Hasta la última gota, 2

Anoche volví a soñar con la imagen del esqueleto en el desierto, acompañada por la frase hasta la última gota, un eco del cuento con el mismo nombre. Recordé entonces el poema A Skeleton, de Tagore, donde aparece también esa última gota:

A Skeleton, by Rabindranath Tagore

A beast’s bony frame lies bleaching on the grass
by the meadow path –
the grass that once had given it strength and tender rest.
The dry white bones seem like the hard laughter of Time
which cries to me:
‘Thy end, proud man, is one with the end of the cattle
that graze no more,
for when thy life’s wine is spilt to its last drop
the cup is flung away with a final unconcern.’

‘Hollow is thy mockery, Death’ said I in answer,
Mine is not merely the life that pays its bed and board
at close of day
with its bankrupt bones and is made destitute.
Never can my life contain to the full all that I have thought
and felt, gained and given, listened and uttered.
Often my mind has crossed time’s border,
Is it to stop at last for ever at the boundary of
crumbling bones?

Flesh and blood can never be the measure of the truth that is
myself;
the days and moments cannot wear it with kicks at every step
as they pass on;
the wayside bandit, dust, dares not rob it of all its possession.
Know that I have drunk the honey of the formless
from the lotus of endless forms;
in the bosom of sufferings I have found the secret path
of delight;
I have heard in my being the voice of Eternal Silence;
have seen the tracks of light across the empty desert of the
dark.
Death, I accept not from thee
that I am a gigantic jest of God,
that I am the annihilation built with all the wealth
of the infinite.

Rabindranath Tagore y Victoria Ocampo: ella se sentaba a sus rodillas cual discípula escuchando atenta a su maestro.
Rabindranath Tagore y Victoria Ocampo

Un poema que acaba con la igualdad entre los seres humanos: sí, todos seremos polvo al final, pero la diferencia está en los recuerdos que acumulan nuestras cenizas. Lo más curioso de este poema es que fue escrito cuando Tagore caminaba en la Pampa argentina (Aquí un recuento breve de la estancia de Tagore en Argentina por cortesía de Victoria Ocampo). Ocampo lo invitó a conocer la Pampa y en medio de su exuberancia lo que llama la atención de Tagore es precisamente el esqueleto de un animal muerto. Gracias a este encuentro, Tagore nos deja un poema que refleja toda su vitalidad de manera apofática, hasta la última gota.

William McGonagall, héroe utópico –o Peor, imposible (2)

Uno de los textos que más me ha marcado es El chiste y su relación con el inconsciente. Me enseñó el hábito de observar qué hace reír a una persona o qué me hace reír a mí mismo. Me sorprende, por ejemplo, que las veces que he visto el programa de videos cómicos gringo, las caídas de las personas siguen siendo un tema constante, acompañadas de grandes carcajadas, sin consideración por el dolor del caído. En este tono releí el mencionado ensayo de Vila-Matas y me pregunté cuál era el origen de mi risa. Por una parte, estaba en el gozo de su narración y, por otra, en la asociación final que hace, una crítica a todos estos autores inmortalizados por las editoriales que en realidad no son más que instrumentos para mantener engrasadas sus máquinas de producción. Pero igual sentí empatía por el poeta burlado, una experiencia que cualquier persona creativa, por más genial que sea, ha vivido alguna vez.

Fue todo un gozo descubrir la vida de McGonagall. Leí su autobiografía y las notas de prensa publicadas sobre él. La parte que más me conmovió es su descripción de cuándo recibió el don de la poesía, párrafo con el cual abre su autobiografía: (Sigue leyendo »»)