Versatilidad, 2

Escribo en una mañana de esta estación innecesaria, acompañado por el más que bienvenido sol, una gran alegría. La primera película del año en el filmclub fue The Invisible Woman. La representación de Charles Dickens por parte de Ralph Fiennes prefigura la que hará después de Monsieur Gustave en The Grand Budapest Hotel. El humor parece no ser lo de Fiennes, salvo apuntes puntillosos como caballero inglés en Skyfall. Kristin Scott Thomas también actúa en La mujer invisible, en un papel no muy exigente para sus capacidades y que hace casi en modo automático.

Kristin viene diciendo que dejará de actuar en el cine porque siempre le están ofreciendo los mismos papeles, que prefiere dedicarse al teatro. Quizás Fiennes trate de escapar de esta condena representando papeles que rompan el estereotipo que se tiene de él, ni idea. Es en todo caso un ejemplo más de esa tensión tan delicada entre el talento, don o habilidad para representar ciertos papeles y la versatilidad que se espera de un actor. La misma Kristin trata de explorar otro registro en Only God Forgives y no deja de ser un pequeño (y cruento) divertimento en su carrera. Probablemente no volverá a representar otro papel con este registro, para fortuna de sus aficionados que disfrutamos mucho de su reciente actuación en My Old Lady.

Los actores que han trabajado con Woody Allen coinciden en señalar como una de sus virtudes la libertad que les deja para construir su personaje, si bien los guiones están plagados de pistas. Diría que para un actor la mejor forma de leer un guion de Allen es en clave de El escarabajo de oro de Poe. No creo equivocarme, por ejemplo, si opino que Allen esperaba que Penélope Cruz le daría una María Elena elegante y sofisticada como Cate Blanchett en Blue Jasmine, combinada con su dimensión artística como pintora en Vicky Cristina Barcelona. Las pistas en este sentido son muchas. La mejor de todas, cuando Bardem dice que María Elena hubiera podido ser una concertista de piano y que nadie interpreta a Scarlatti como ella. Por fortuna no tuvimos que ver a la María Elena de Penélope interpretando a Scarlatti. Un cambio apropiado en el guión habría sido: "Nadie toca a Stockhausen como María Elena".

La comunicación entre Allen y Penélope fue mucho mejor en To Rome with Love, donde Penélope le da destellos de su soberbia actuación en Non ti muovere a Anna, similar a lo que hizo Sally Hawkings en Blue Jasmine al regalarle rasgos de su Rita O'Grady de Made in Dagenham. ¿Es posible que Fiennes en realidad lo que busca sea representar a Woody en una película de Allen? Lo habría hecho muy bien en Scoop, por ejemplo. Pero lo dejo en paz: quizás después de todo no soy más que un nostálgico de su conde Laszlo de Almásy.

Disfrutemos de una de las sonatas más bellas de Scarlatti imaginando que quien toca no es Marta Argerich sino la María Elena de Woody: