Esta es una de las frases más célebres del cine de Hollywood, pronunciada por Jack Nicholson en A Few Good Men. Es la misma a la que se enfrenta los Estados Unidos de América ahora que está juzgando al Chapo Guzmán: ¿podrán sobrellevar la verdad?
Breaking Bad no pudo. Cuando en los capítulos finales empezó a introducirse en el mundo del lavado de dinero, se acabó la serie. La lucha contra el narcotráfico se ha centrado en la guerra frontal contra la producción, poco sabemos del consumo, salvo que está muy saludable porque sigue nevando cocaína en los Estados Unidos y Europa, sus principales mercados mundiales.
Un estimativo del PNUD calcula que el dinero del narcotráfico que entra a Colombia ronda el 5 o 10% del volumen total del negocio. El resto es lavado en los países consumidores. Pero de esto tampoco sabemos mucho. La película que más se acerca es The Infiltrator, que narra cómo uno de los siete principales bancos de EUA hacía la vista gorda para lavar dinero de la manera más limpia posible. Algo como lo que describió Virginia Vallejo en su Amando a Pablo, Odiando a Escobar, que hizo el Banco de Occidente con los hermanos Rodríguez Orejuela y que no ha tenido la trascendencia que debería en la opinión pública colombiana. Es sin duda uno de los dardos más agudos que lanza Virgie, a la par con el de las licencias de la Aerocivil que facilitó el Innombrable a los narcos.
La pregunta ahora es: ¿el tribunal que juzga al Chapo irá hasta el final de la cadena del narcotráfico, al corazón del lavado de activos en los Estados Unidos, o se quedará en culpar al Chapo por el delito de importación de toneladas de cocaína de manera ilegal al país? Los que abogamos por mantener la prohibición de la cocaína (en líneas generales basta ver cuánto le cuesta a la sociedad luchar contra el alcohol y el tabaco hoy en día, ¿para qué agregar cocaína a la ecuación?) a cambio de disminuir el consumo en los países del Primer Mundo (que traería como consecuencia la disminución de la producción en Colombia y Perú) vemos en este juicio una gran oportunidad para promover este camino en la lucha contra el narcotráfico.
El gran problema para seguirlo parece ser que los países consumidores todavía no pueden sobrellevar la verdad sobre el tamaño del narcotráfico en sus economías. Cuenta en sus memorias el expresidente Andrés Pastrana que, cuando fue secuestrado por Escobar, en una charla con él le dijo: «Yo no soy el capo. Si usted supiera quiénes manejan el negocio en los Estados Unidos se iría para atrás». El hijo de Escobar en una de sus memorias dio un nombre: Frank Sinatra. Y esto sería el mercado de Hollywood o Chicago, faltan todos los peces gordos.
¿Están los Estados Unidos preparados para sobrellevar la verdad? Can they handle the truth? Veremos hasta dónde llega el juicio del Chapo.