Sobre el lugar de la Mancha

I.

Cuando escuché por primera vez sobre el estudio de la U. Complutense de Madrid en el que decían que Villanueva de los Infantes era el lugar de la Mancha del cual Cervantes no quería acordarse en la primera frase del Quijote me pregunté sobre el valor de conocer este lugar. Primero, porque Cervantes expresa claramente que la intención de su libro es acabar con los mitos creados por las novelas de caballería; segundo, porque en el capítulo final revela la identidad de don Quijote pero deja abierto un desafío a los lectores sobre cuál era el lugar de don Quijote, para que se peleen los diferentes pueblos de la Mancha, tal como lo hicieron los 7 pueblos griegos sobre cuál era la ciudad de nacimiento de Homero; tercero, porque es un personaje de ficción, ¿qué más da que sea de Villanueva de los Infantes, Argamasilla de Alba o Ciudad Real?

II.

Por azar leí el libro «El lugar de la Mancha es…: El Quijote como un sistema de distancias/tiempos«, justo antes de viajar a España de vacaciones. Fascinante: la investigación arma las fichas del rompecabezas que Cervantes dejó sueltas a lo largo de la novela. Son tantas las pistas que llevan al lugar que la verdad no se comprende por qué después de 4 siglos de estudios cervantinos, nadie se había tomado la molestia de tratar de armarlo. Lo máximo han sido los estudios que tratan de seguir las rutas del Quijote y que el excelente filólogo y cervantista don Manuel Fernández Nieto se ha encargado de desarmar. Hasta el 2004 (fecha de publicación del estudio), se consideraba a Argamasilla de Alba como el lugar de la Mancha más probable donde vivió don Quijote, a partir de la referencia que hace Avellaneda en el Quijote apócrifo. Para Fernández Nieto –en grandes líneas– esta ciudad no puede ser por la sencilla razón de que no está en el Campo de Montiel, la región que Cervantes nombra varias veces como el espacio por donde viajan don Quijote y Sancho; en el estudio de la Comisión, Argamasilla está lejos de ser considerada como un lugar hipotético plausible. El rigor del estudio prácticamente no deja duda sobre la conclusión, si bien los autores aún prefieren llamar su conclusión «la hipótesis más probable», a la espera de que otros estudios la refuten. Si mal no recuerdo, hace un par de meses un equipo de la Universidad de Granada verificó los resultados.

III.

Antes del estudio, Villanueva de los Infantes tenía alrededor de 30.000 turistas al año. Uno de los principales motivos de visita es ir a la tumba de Francisco de Quevedo en la Iglesia de San Andrés. La ciudad en general está muy bien conservada y aún se pueden observar más de 200 escudos de armas en las puertas de las casas del Centro, que reflejan la tradición e importancia que tuvo Villanueva de los Infantes en tiempos de Cervantes: era la principal ciudad del Campo de Montiel. Según cuentan Inez y María Jesús, las excelentes guías turísticas de Infantes, a partir del estudio la cifra se ha multiplicado por cuatro, y es apenas el principio del boom turístico que espera a la ciudad: hay empresas turísticas dedicadas exclusivamente a la Ruta del Quijote, que completa comprende poco más de… ¡2.000 kilómetros! Todo esto será revaluado en los próximos años a partir del estudio, y la gran afectada será Argamasilla de Alba, que se encuentra ahora ocupada en la tarea demostrar los errores de la investigación.

IV.

Algunos habitantes de Infantes empiezan a reconocer personajes del Quijote en la tradición oral de su pueblo. La leyenda que más llama la atención es la del único loco que fue sentenciado en la picota del pueblo, un hombre que disfrazado con yelmo y espada salía a desafiar a cualquier persona que se burlara de él. Su tía no tuvo la paciencia de seguirle el juego y fue vilmente atacada por él: la pena de muerte fue su castigo. Tampoco hay duda de que Cervantes permaneció al menos 2 días de su vida en Infantes, cuando viajó desde Lisboa a Cartagena por encargo de Felipe II. Ya en su época, llamaba la atención el gran número de hidalgos que habitaba Infantes. Por supuesto, es fácil caer ahora en el error típico que resaltaba George Duby en su Diálogo sobre la historia: armar la historia a partir del presente sin darle vida propia y autónoma al pasado, es decir, empezar a buscar a los personajes de ficción en el pasado de Villanueva desde lo que sabemos ahora. Pero también vale la pena disfrutar esos pequeños tics y clicks que hace el cerebro cuando asocia las imágenes de las historias orales con las del Quijote. Por otra parte, no son asociaciones vanas. En la introducción a su edición del Quijote, Fernández Nieto destaca las reflexiones del psiquiatra español Vallejo Nájera, en las que afirma que Cervantes necesariamente tuvo que tener contacto directo con locos, pues sus descripciones son tan precisas y con fundamento en la realidad que es improbable dejarle todo a su genio, por más prolífico y recursivo que sea.

V.

El momento más emocionante de estas asociaciones fue tomar el mismo camino que Cervantes le dio a seguir a don Quijote en sus dos primeras salidas desde Villanueva. Dado que Infantes prácticamente está detenida en el tiempo, el camino de salida que recorrió don Quijote hoy en día sigue siendo rural y conserva su sentido original. Recordé el cuento de Borges La memoria de Shakespeare, y por un instante pensé que el paisaje me ofrecía la memoria de Cervantes en el momento en que su célebre y querido personaje empezó su primer viaje. O imaginar el diálogo con Sancho cuando inician el segundo. Ahí yo era Dito Panza, en compañía de la Princesa Micomicona en nuestros caballitos de acero, el mío sin nada que envidiarle al rucio del escudero. En ese mismo instante me pregunto por la naturaleza de la creatividad, por el esfuerzo sostenido, admirable, que recorre todo autor con sus personajes, muchas veces sin saber a dónde van a llegar. Llega también el hermoso y revelador cuento de Kafka, La verdad sobre Sancho Panza, que para mí sigue siendo la mejor definición de qué es literatura que conozco:

Sancho Panza, que por lo demás nunca se jactó de ello, logró, con el correr de los años, mediante la composición de una cantidad de novelas de caballería y de bandoleros, en horas del atardecer y de la noche, apartar a tal punto de sí a su demonio, al que luego dio el nombre de don Quijote, que éste se lanzó irrefrenablemente a las más locas aventuras, las cuales empero, por falta de un objeto predeterminado, y que precisamente hubiese debido ser Sancho Panza, no hicieron daño a nadie. Sancho Panza, hombre libre, siguió impasible, quizás en razón de un cierto sentido de la responsabilidad, a don Quijote en sus andanzas, alcanzando con ello un grande y útil esparcimiento hasta su fin.

 

 

VI.

La despedida de Infantes no podía ser desde otro lugar que las Cabezas de Fuenllana, el punto final de retorno de don Quijote y Sancho a su lugar de origen. En la cumbre hay ahora una antena repetidora, pero igual circundándola se pueden ver al menos 6 pueblos, incluyendo, cómo no, Villanueva de los Infantes. La vista desde ahí es una celebración vital por la utopía creadora, por la mirada compartida con el autor al final de su obra. Nos despedimos y seguimos el camino marcado no por el amor de Dulcinea (el Toboso), sino por el que para muchos es el lugar más hermoso sobre la Tierra: la Alhambra, en Granada, dirigidos sin saber por cuál Cervantes o –al decir de Kafka– Sancho Panza.

2 Comments

Comments are closed.