La pasión según san Mateo

Desde hace algunos años participo en el comité organizador de La pasión según san Mateo, una afición que toma mucho tiempo por estos días.

Mi hijo mayor contesta el teléfono. Escucho la conversación: "¿Con quién hablo? … ¿Cómo dijo? …. Ah ya, la Pasión … ajá, usted es el solista … Sí, un momento por favor, tiene que hablar con mi mamá". 

"Mamá, al teléfono". Y cubriendo el auricular me dice susurrando: "Jesucristo pregunta que si puede venir acompañado por su mujer…".

CARLA WILLEMSEN

Tres encuentros cercanos con la muerte y una sola sombra larga

Amanecí aterrado. The Descendants me pareció malísima y como tantas veces me sucede con los Oscar, no vi de dónde sacó Clooney una nominación a mejor actor. Recordé lo que me decía un amigo en la universidad: es que Oscar hace rato que no va a cine. Lo único que me gustó de la película fue el acompañamiento a un ser querido en su camino a la muerte. Obviamente tuve que pensar en D para concluir que comparando nuestros estilos de vida quizás fallezca yo primero que ella. A lo único que me aferro de que esto no será así es el recibimiento que me dieron tres chamanas en Perú en momentos separados: todas empezaron diciendo: "larga vida". Amanecí aterrado porque esta reflexión sobre la muerte me llevó a recordar tres momentos (y otro que no creo que clasifique pero igual lo voy a contar) en los cuales la vi de cerca. Desde entonces no entiendo a quienes dicen que no le temen a la muerte. Lo aterrador fue darme cuenta de que D siempre ha estado física o espiritualmente presente en esos tres o cuatro momentos. (Sigue leyendo »»)

Hasta la última gota. Retrato de una amistad.

Antes de timbrar me gusta ver a través de la ventana a Santiago trabajando en su estudio. Los techos altos, la mesa gigante del centro llena con sus herramientas, los materiales amontonados en la pared y la luz natural que ilumina su trabajo. No dejo de admirar su capacidad de concentración: no existe nada más en el mundo que el libro que está encuadernando en ese momento. Lo veo y sé que estoy contemplando un oficio en vías de extinción. Recuerdo al fogonero de América, de Kafka, que asistía impávido al fin de su oficio. O al amanuense en busca de la caligrafía perfecta. Al ver a mi amigo enfocado en la pasta del libro siento que presencio la fase final de la era Gutenberg, pero esto a él parece tenerlo sin cuidado: al abrir la puerta está de un humor imbatible.
Acaba de regresar de Ámsterdam adonde fue a complacer uno de sus placeres culpables. Me recibe con su clásico “¡Quiubo!” seguido de “¡Entre, entre que tengo muchas cosas para contarle! Prepárese porque vamos a leer unos apartes de El Quijote”. Va a la biblioteca y toma los dos tomos voluminosos de una edición preciosa empastada en cuero templado y con el título pirograbado. Los apoya sobre la mesa y los abre por el lomo: su Quijote es en realidad un estuche en el que guarda botellas y copas. Poseo una edición similar, menos voluminosa, que Santiago me hizo para proteger un raro ejemplar de Oda a la tipografía, de Pablo Neruda, y que leo a veces en la noche. Se frota las manos y cuidadosamente sirve dos copas hasta el borde.
Reconozco el aroma de la ginebra, pero hay algo diferente. Leyendo mi confusión me dice:
–Ginebra Bols extraañeja: 42 grados, cuerpo vigoroso, aroma profundo.
Deliciosa en verdad, y fuerte, me sacude de inmediato. –¿Qué tal el viaje?–, le pregunto.
–Fantástico, tengo varias sorpresas. La primera ya la probó. La segunda es una historia de amor de la categoría platónico para su colección.
Mientras lo dice toma un libro pequeño de su mesa de trabajo y me lo entrega: La pista “Sarasate”. Una investigación sherlockiana tras las huellas del nombre de Pablo Neruda, por Enrique Robertson.
–Lea la dedicatoria.
Abro el libro y leo: Para Pablo Neruda, con un gran abrazo, Enrique. Ámsterdam, 2010. (Sigue leyendo »»)

Vendedor de autos

Un buen amigo mío me llama a preguntarme que si puedo acompañarlo a comprar un nuevo auto. Salimos de compras el viernes y nos ayuda que estoy embarazada. Los vendedores de inmediato piensan: "Esta pareja necesita un auto familiar". En el sexto almacén tenemos suerte. Encontramos un Peugeot muy bello y con el deseado techo corredizo. Empiezo a negociar el precio y la última propuesta le parece bien a mi amigo. "Pero —le dice al vendedor de autos— primero quiero discutirlo con mi esposa". Mira la cara de sorpresa del vendedor y haciéndole un gesto con la cabeza señalándome a mí le dice: "Ella no es mi esposa".

El vendedor, en un tono muy afable y lleno de comprensión, le responde: "Apreciado señor, a mí todo me parece muy bien".

INGE KLINKERT

Noche de travesura

Sábado en la mañana. Me asomo por la ventana desde el tercer piso mientras me cepillo los dientes. Abajo en la calle hay un hombre joven muy alegre que camina como si estuviera perdido. Mira hacia arriba a nuestro apartamento y luego al de la vecina. Retrocede un poco y sigue buscando intrigado.

5 minutos más tarde salimos a la calle y él sigue sin encontrar su camino. Chifla hacia arriba de vez en cuando. Una vecina nos dice sonriendo qué es lo que está pasando: "¿Saben ustedes por casualidad en dónde vive Esmé? Este joven salió de su casa a comprar cigarrillos y no se acuerda en qué apartamento vive ella".

Jannes Hartkamp