Ladies’ night o el camino a Groningen

En una charla con el público en Groningen, alguien le preguntó a Philip Glass que cómo le había parecido el viaje desde Amsterdam a Groningen (2 horas en auto). Estábamos a finales del otoño y Glass comentó que el viaje le había recordado mucho su proceso de creación: «Me siento a componer y es como un viaje acá, todo muy nublado y a medida que voy avanzando hay un momento en que se disipan las nubes y algo aparece que me sorprende». Esta anécdota la tengo siempre presente desde que la escuché porque me parece que describe muy bien el proceso creativo. Tuve otro ejemplo reciente con el escultor griego Nakis Panayotidis. En un documental sobre su obra lo mostraban en su estudio, él tomaba su bloc de notas y decía: «90% de lo que está acá no se materializará nunca, pero me ayuda a ir buscando lo que quiero».

Hacía un tiempo que no escuchaba Ladies’ Night y volví a pensar en ese viaje a Groningen: ¿cómo llega la canción a ese puente maravilloso de This is your night / Everything is gonna be all right. Nada al principio apunta a él. Me puse a investigar. Leí las memorias de George Brown, uno de los fundadores de Kool and The Gang, compositor de varios de sus grandes temas. Esto es lo que cuenta de la canción:

I was living in Gramercy Park at the time, and all the guys would come to my apartment to hang out. We goofed off in the park, tossed around a Frisbee, and, of course, jammed and worked on songs when we felt inspired. So when I had the idea for a song, I’d already come up with the melody and chord changes. One day when we were all in the studio jamming and experimenting as usual, I went to J.T. and played what I’d written, because I wanted to get his input as the vocalist. “Hey, man, I like this,” he said quickly. Khalis mentioned something about ladies’ night, a popular promotion at nightclubs to bring in women. We often went to clubs like Studio 54, where it was ladies’ night every Friday. That phrase was added to the groove I had created along with some of my lyrics about living on Fifty-Seventh Street with no money. I think it was J.T. who mentioned adding “disco lights,” and it continued from there. We continued to build on the music along with the lyrics, and “Ladies’ Night” was born.

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Oda a la alegría. Tríptico.

1.

Este año se cumplieron doscientos años del estreno de la Novena Sinfonía de Beethoven. Su Himno a la alegría se adoptó como el himno de la Unión Europea en 1985. Mi padre es un gran aficionado a la música de Beethoven, nos introdujo de niños a sus obras más conocidas. Siempre tiene algo de regreso a la infancia escucharlo.

2.

Recuerdo el cumpleaños de una amiga neerlandesa en la que empezamos a bailar salsa. Yo estaba feliz, en trance salsero con una sonrisa, y súbitamente una de sus hermanas empezó a moverse alrededor mío haciendo muecas, como diciéndome que mi sonrisa era falsa. Mi amiga la llamó a un lado y vi cómo le explicaba que esa alegría con la música era muy común en los latinos, así disfrutan su música. De regreso a casa pensé que qué tristeza que exista tanta gente que no conoce esa alegría profunda que regala la salsa, toda una oda a la alegría.

3.

Navegando por Youtube me encontré el corto que se ha constituido en el Himno a la alegría de Utópica, con el perdón del maestro Beethoven. Sobran las explicaciones para los salseros. Para mis lectores europeos que desconocen la alegría profunda de la salsa, observen por favor la delicia con la que la mujer baila sobre su bicicleta. La energía que transmite solo es posible por la emoción de la música, en este caso sobre todo por el sentimiento amoroso de imaginar que se baila con el ser amado. Pasarán generaciones antes de que un compatriota neerlandés pueda bailar así en su bicicleta.

El temazo completo de Gunda Merced, ¡de pie salseros utópicos, suena el Himno a la alegría!

Denver

1.

Mi nombre, Daniel Ramos, es uno de esos que daría una pequeña gran alegría a Borges: somos la recreación viva de El jardín de senderos que se bifurcan. En 2009 googleé Daniel Ramos y encontré más de dos millones de resultados. Acabo de hacer esa búsqueda de nuevo y el resultado es 87.900.000. Sé que solo en Países Bajos somos cuatro Daniel Ramos.

En 2009 busqué mi nombre antes de pasar de tránsito por Estados Unidos (los lectores más románticos de esta humilde bitácora recordarán el episodio del Tríptico de los lotófagos dedicado a Tessa). En 2003, cuando se abrió la cacería de Bin Laden y Estados Unidos llegó a ofrecer una recompensa económica por él ($10 millones si mal no recuerdo), envié un emilio a la cuenta del presidente de entonces, George W. Bush:

Señor presidente: sé dónde está el mayor terrorista del mundo y le voy a dar sus datos y localización sin ningún tipo de contraprestación. Mañana en la mañana, cuando vaya a afeitarse, mírese al espejo y ahí lo encontrará.

Fue un emilio fruto de la indignación por la inminencia de la invasión de Irak bajo el pretexto de unas inexistentes armas de destrucción masiva. Al día siguiente, recibí visitas en mi web site de cuatro dominios llamativos: CIA, NSA, FBI y uno cuya existencia desconocía hasta entonces: MIL.

Así que en 2009, cuando iba de tránsito por Estados Unidos, temí que mi nombre estuviera en alguna lista de terroristas y pudiera ser un candidato a pasar una temporada en Guantánamo. La idea de estar encerrado en una pequeña celda me daba pánico, en especial por aquello que reveló Wikileaks más tarde: torturan a los presos con heavy metal, a la altura de torturarme con los valses de Strauss. Pensé que con tantos resultados encontrar mi nombre sería como buscar una aguja en un pajar. (Sigue leyendo »»)

Afganistán, o la utopía democrática

Con la salida de las tropas estadounidenses de Afganistán el pasado 31 de agosto debemos registrar en esta humilde bitácora utópica el fracaso de un nuevo esfuerzo por hacerla realidad.

Una breve digresión: los estudios sobre la utopía están ganando momento y podemos decir que se encuentran en estado más que saludable. Ya son varias las universidades que la incluyen en sus programas y con toda seguridad el fracaso de Afganistán será motivo de muchos de estos estudios utópicos.

Las invasiones de Afganistán e Irak eran una respuesta absurda al derribo de las Torres Gemelas. Europa se sumó por estar bajo el paraguas de los EUA, pero con mucha reticencia. 20 años después el fracaso de ambas invasiones demuestra sin duda que fue una respuesta sin pies ni cabeza. (Sigue leyendo »»)