III

Caminamos alrededor de 35 kilómetros y estamos a casi 2.800 metros. El paso de Alejandro estaba imposible, terminé exhausto. Parece que quiere recuperar los dos días de convalecencia, tengo que decirle que en verdad no hay afán y que está loco si cree que voy a caminar 11 horas seguidas hoy también. Logré que descansáramos hasta las 9am, dormí profundo pero ya sé que en cuestión de días tendré ampollas en los pies. El páramo empieza a darnos lentamente la bienvenida: la ropa está muy fresca, es casi un baño natural vestirse con ella. Ya vimos a Montegat a la distancia. Los pastores muy amables con nosotros nos regalan leche fresca de sus cabras. Las niñas están muy abrigadas a pesar del sol candente. Tienen la piel curtida. Cuando una de ellas se arremanga el saco para tomar un poco de agua de una fuente, aparece un antebrazo casi blanco, brillante.
Alejandro está feliz con las fotografías del viaje.

II

Estamos listos para partir. Compramos provisiones para la caminata de dos días hasta Montegat, el último pueblo antes de ir hacia la Laguna Negra.
La dueña del hostal trata de disuadirme de ir a la Laguna, insiste en que allá hay fantasmas y son pocos los caminantes que han regresado con vida. Una más de las leyendas que la rodea y de las que nos vamos enterando a lo largo del camino. Ni Alejandro ni yo les damos importancia. Hemos recorrido ya bastantes caminos y senderos a pie y salvo casos de delincuencia común, no nos hemos encontrado ni fantasmas ni espíritus ni nada similar. Revisamos la cantidad de agua y me alegro de ver a Alejandro lleno de entusiasmo, como siemspre.

I

Alejandro está hoy un poco mejor con sus problemas de indigestión. La enfermera que lo está atendiendo nos recomienda que esperemos un par de días más para que se recupere por completo. Lo dejé en el Centro de Salud y fui a dar una caminata por los alrededores del pueblo. El clima está fantástico: cielo azul, completamente despejado, el sol no está muy fuerte y parece que así seguirá el resto de la semana. Hablé con algunos campesinos y ya temen la sequía, aunque confían en que va a llover en cualquier instante. Ojalá que no, las montañas se ven hermosas con esta luz: es increíble cuántos tonos de verde y amarillo tienen.
Antes de irme al hostal, paso a charlar un rato con Alejandro. Lo noto bien de ánimo y le digo que no tiene que preocuparse, que vamos bien de tiempo, que en el peor de los casos pasaremos dos días menos en la Laguna Negra, pero lo importante es que se recupere.