En la olla

Una de las tradiciones que más extraño en Europa es la del paseo dominical, ese salir con la familia o amigos en búsqueda del campo alrededor de la ciudad. Muy especial me ha parecido siempre el familiar paseo de olla: familias que preparan un sancocho o un ajiaco y se llevan la olla en busca de un campo vacío dónde disfrutarlo, relajarse y disfrutar del domingo. Me emocioné muchísimo cuando leí en Semana hacia el 2000 que había familias que estaban haciendo paseo de olla al renovado Parque de la 93. Creí que finalmente aprenderíamos a integrarnos los colombianos, ¡la utopía es posible! Pero no, a los pocos días se dispararon las alarmas: “Se nos van a perratiar el Parque” dijeron las élites que lo rodean y usufructúan. Al poco tiempo se prohibió el paseo de olla en el Parque. Un amigo me contó que vio a un vigilante ya desde la carrera once interceptando a las familias que iban con su olla al Parque. El clasismo social es una mierda en toda regla.

Como es de esperarse, nada ha cambiado en el clasismo en el 2014. El alcalde Petro anunció la construcción de viviendas de interés social cerca al Parque de la 93, en la misma esquina donde los vigilantes de Ferragamo devolvían a las familias con su olla de regreso a casa. La reacción de los vecinos fue exactamente la misma: “se nos van a perratiar el barrio”. Muchas voces señalaron al toque (como dicen chilenos y peruanos) que esta era otra medida populista de Petro. El texto Anatomía de una decisión populista de Luis Guillermo Vélez es un ejemplo ilustrativo al respecto.

La idea de Petro es muy buena pero, como siempre, la gran desventaja es que no sabe comunicarla. Holanda es un muy buen ejemplo de la idea de las viviendas de interés social. De hecho, se estima que el 70% de la vivienda en Amsterdam es de interés social o le pertenece a la ciudad. El otro 30% se compone de casas y apartamentos muy cómodos, lujosos, al alcance de los más pudientes de la sociedad. Lo importante es que aún en estos barrios es posible encontrar viviendas de interés social, fundamentalmente con la idea de favorecer la integración de la sociedad sin importar el nivel de ingresos, que ricos y pobres puedan educarse en el mismo colegio o escuela. Sería irrealista decir que se han acabado las diferencias sociales, pero sí puede afirmarse que en general no existe la repulsión o el rechazo al pobre, ni su anverso, el desprecio al rico, de los que se hacen gala en Colombia.

Vélez se mofa imaginándose a los habitantes de estas viviendas haciendo compras en el Centro Andino. La realidad es que su calidad de vida mejorará no porque tengan el Centro Andino al lado sino porque no tendrán que desplazarse 2 o 3 horas desde sus casas hasta sus puestos de trabajo en el norte de la ciudad, por ejemplo.

Podría señalar muchas otras ventajas pero lo que más me afecta es el problema de fondo que no ve el mismo Vélez: el clasismo y su efecto negativo colateral, la insolidaridad. Con la incertidumbre que rodea todo lo que hace Petro no se sabe cuál irá a ser el futuro de estas viviendas y, sobre todo, de las personas que van a vivir en ellas, que no vayan a recibir el trato despreciativo de vigilantes y residentes diciéndoles que se regresen al Sur. Que les permitan hacer paseo de olla el domingo en el Parque del barrio. Pero mucho me temo que seguiremos en la olla.

Un nuevo jardín de las delicias

Finalmente será el Centro Harry Ransom de la Universidad de Texas en Austin la que se quedará con el archivo personal de García Márquez. Una noticia maravillosa pues significa que los estudiosos de su obra tendremos acceso al taller del escritor. De entrada se habla de una colección de dos mil cartas con diferentes personalidades del mundo. ¿Para cuántos libros darán estas cartas? Todo un festín literario, político y humano sobre todo. Estará en un rincón discreto En agosto nos vemos pero lo que más eché en falta fue la mención de los dos tomos restantes de su autobiografía, dos auténticas delicias anunciadas por GGM pero que no sabemos si logró terminarlas.

Los mismos que criticaron a García Márquez por no haberle dado ni siquiera un acueducto a Aracataca ya empezaron a decir que es el colmo que la familia le haya vendido su legado a una universidad del imperio yankee y que será necesaria una visa para consultar la obra del escritor colombiano más importante de todos los tiempos. Cómo chirrea el desgarramiento de las vestiduras.

La elección de la UT no sorprende del todo. Ya fue suficientemente revelador que la familia del escritor no quisiera esparcir ni siquiera parte de sus cenizas en Colombia. Rodrígo García Barcha resaltó que no hubo propuestas del Estado colombiano para adquirir el archivo: ¿se durmió la Luis Ángel Arango? Hay algo raro y todo parece indicar que hay heridas no cicatrizadas con el país. ¿Habrá claves al respecto en el archivo? Son muchísimos los temas por indagar. El Centro ya ha hecho conocer que el archivo estará disponible después de ser procesado y catalogado. Un nuevo jardín de las delicias.

Vergüenza nacional (y el origen de los utopistas)

Anoche conocí a una joven mexicana que me hizo una pregunta totalmente inesperada: “¿Alguna vez te has sentido avergonzado de ser colombiano?”. Le respondí espontáneamente que jamás y le pregunté que si a ella le había pasado, cosa que me sorprendería en gente tan nacionalista como la mexicana. Me respondió que sí, que sin querer sonar como una feminista extrema, el machismo la hacía avergonzarse de su país. “Ese machismo responsable de los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez y de las vendettas entre bandas de narcotraficantes en todo el país".

Le comenté que había varias cosas en Colombia de las cuales me avergonzaba, pero de ahí a renegar de ser colombiano mediaba una gran distancia. “Si tú conocieras a quien llaman en mi país El gran colombiano estarías más que avergonzada”. Ella muy seria continuó: “Lo nuestro no es de una persona. Es un problema tan arraigado en nuestra cultura que no puedo señalarlo como algo puntual sino como algo propio de la identidad mexicana”.

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Líneas editoriales

¿Cómo se traza una línea editorial? Pocos de los autollamados editores hoy en día podrían responder esta pregunta. Recuerdo que antes del estreno de Los abrazos rotos en Madrid, le comenté a mi amiga M. que el suplemento dominical de El País estaba plagiando la línea editorial de Vanity Fair. M. me vio con cara de incrédula y le pareció que yo estaba exagerando. Pues para nuestra sorpresa, en Los abrazos rotos un personaje dijo lo mismo y citó la historia del hijo con síndrome de Down abandonado por Arthur Miller. El reportaje apareció primero publicado en la edición de septiembre de 2007 en Vanity Fair y luego El País Semanal hizo un refrito sin mencionar el artículo original. Y así con muchos otros artículos de Vanity Fair.

Esta práctica obviamente no se limita a El País (Semanal). Una de las críticas fuertes a la revista Semana cuando expulsó a Hernando Gómez Buendía por autoplagio fue que Semana fusila impunemente los cables de las grandes agencias de prensa y sin darles ningún crédito. ¿Con qué autoridad sancionan a Gómez Buendía por citarse a sí mismo?

Luego se dio una situación muy cómica: por decisión del editor o el director para responder a esta crítica, se les ordenó a los redactores que le pidieran a un experto nacional su opinión sobre la nota internacional. Bueno, no exactamente sobre la nota en sí, sino sobre el tema que mencionaba la nota: muchas veces el experto local sostenía la opinión contraria a la nota y esto quedaba reflejado en el artículo. Como el redactor no era un experto en el tema, no le quedaba más remedio que publicar ambas opiniones así fueran contradictorias. Desde hace unos años he observado que se han decantado más por orientarse por el tema del cable y avalar la opinión del experto local. Otra forma de hacer periodismo.

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A un piquito de la paz

Un amigo me dijo una vez que “los verdaderos triunfadores en la vida son los que pueden conservar la sonrisa aún en medio de la adversidad”. No sé si estaba plagiando a El Cata, Frankl, Coelho o el Dalai Lama. Sea de quien sea es una bella reflexión. Quizás por este motivo quedé enamorado de la sonrisa de Ángela Giraldo, esa misma sonrisa que originó un nuevo episodio de desdén público de María Fda. Cabal. Una sonrisa natural, efusiva, radiante si se quiere, de una mujer que atravesó el infierno del secuestro del hermano y luego el duelo por su asesinato. Una sobreviviente con carácter.

Cabal tiene una relación extraña con la muerte. Nos iba arruinando el duelo por García Márquez, ahora pone en entredicho la condición de una víctima sólo por sonreír. Da la impresión de que tiene una visión rígida del mundo dominada por sus expectativas y por la certeza de que siempre tiene la razón, de que no se equivoca. No le importa el dolor de los familiares de García Márquez o de Giraldo, no cree que les debe algún respeto porque no se han comportado como ella cree que deberían. Por raro que suene, hay gente que ama así: la pareja debe comportarse según ciertos criterios o su amor estará en duda.

En esta utopía de construir una Colombia en paz o por lo menos sin conflicto armado nos encontramos con el choque de dos imaginarios antagónicos: las expectativas de Cabal (simbolizando la ultraderecha) y las de las Farc. Cada cual tiene su visión del mundo y sin duda es la correcta. ¿De dónde nos viene esta incapacidad para ceder aunque sea un poco? ¿Quién ha cultivado esa noción de que el mundo se debe ajustar a nuestras expectativas?

Lo repito, estoy enamorado de la sonrisa de Ángela Giraldo, de esa capacidad de decir cerremos ya este capítulo, asumamos responsabilidades y procuremos una vida en paz. Esa es la reflexión que nos regala su sonrisa. Pero la situación es que estamos a un estrechón de manos (por no decir un piquito) entre María Cabal e Iván Márquez para hacerla realidad.