The perils of power and money

Me salió el título en inglés, quizás porque me gusta más la palabra perils que peligros. Otro título posible sería Pobre niño rico. Y es que hoy amanecí con simpatía por Flóper. Me ha hecho recordar a Virgilio Barco, un hombre que arreglaba feliz las rosas en su jardín y le cayeron con el cargo de presidente. «¿El poder para qué?», exclamó célebremente Dario Echandía cuando le iban a endosar el papel de sustituto de Gaitán y le preguntaron que si se iba a tomar el poder. Pienso también en mi padre, que graba los mensajes de su contestador automático con el mismo vibrato de Horacio Serpa, el eco de los antiguos líderes políticos que hacían de la oratoria un acto emotivo y solemne a la vez: a pesar de su gusto por la oratoria, no se le ocurriría aceptar semejante cargo para pronunciar un emocionante discurso que al final diría qué.

De Flóper no se puede decir que le cayeron con la presidencia del Real Madrid. Él la buscó activamente y está feliz en ella. Una mezcla de prestigio, fama, reconocimiento y poder que parece atraerle más que el día a día en su no menos impresionante empresa ACS. Pero, ¿y la presidencia del RM para qué? «Para hacer un equipo que enamore», ha confesado varias veces sin terminar la frase completa: «como el Barcelona». Flóper sigue un principio básico empresarial: contratar al mejor en su posición. Esto lo ha llevado a ser el mayor coleccionista de cromos o monas (como les decimos en Colombia) del fútbol del siglo XXI. En su álbum deben de estar los mejores, el mantra que ya repiten sus jugadores. (Sigue leyendo »»)

La fábula de la liebre y la tortuga (revisitada)

Quién no conoce la fábula de la liebre y la tortuga de Esopo, esa historia que nos quiere enseñar que la humildad y la constancia son más importantes que la excesiva autoconfianza en el propio talento. O como la han reformulado los gurús del mindfulness: «Tu yo quiero es más importante que tu cociente intelectual». Pues hoy Didier Dechamps le ha llevado la contraria a Esopo y ganó por goleada.

Acabamos de ver una final fantástica, emocionante hasta el minuto 80, cuando ya los cien kilómetros que recorrió de más la selección croata se hicieron palpables. Pero los aficionados al fútbol les estaremos siempre agradecidos porque fueron ellos quienes pusieron el fútbol en la final. Los franceses, con una liebre llamada Mbappe, fueron más contundentes y anotaron cuatro goles en un número similar de contraataques.

Los croatas se vieron con el balón en sus pies, con la idea de construir juego y anotar, pero la verdad es que perdiendo 3-1 esa estrategia jugaba en su contra, el antifútbol en pleno: tener el balón era contraproducente. Bastaba un descuido, un pase al vacío a la liebre Mbappe, para generar peligro frente al guardameta croata. Qué triste llevar a esto al fútbol, me recuerda las últimas tres copas de campeones del Madrid, que salvo por uno que otro gol memorable, no dejaron nada de fútbol para recordar. Pero hay que reconocer el genio de Deschamps: sabía que los croatas no estaban para correr, que les gusta armar juego, y que había que jugar a la contra a destrozarlos. Y lo logró. Algo así como lo que hizo Mourinho con el Barça de Guardiola, solo que con más talento y elegancia.

Empieza la era de la liebre, ojalá venga acompañada con más juego.

Camino cerrado

Me gradué de un colegio británico donde todos los viernes protagonizábamos una escena propia del realismo mágico: cantábamos el himno de Colombia, loas al pueblo soberano, para pasar a cantar el himno de Inglaterra y pedir que dios salve a la reina. Un poco bipolar la cosa. Cuando estalló la guerra de las Malvinas, llegué a posicionarme por Inglaterra y no por mis hermanos argentinos, absurdo. Pero hoy, en el partido de Colombia contra Inglaterra, no tenía un ápice de simpatía por el equipo inglés. Mi único temor era que nos fueran a golear, en especial con Vardy y Kane on fire.

Inglaterra mostró gran disciplina sobre el campo, un conjunto compacto que sabe subir y bajar de manera escalonada y sincronizada, eso habla bien del trabajo del entrenador. Pero con poco talento creativo, si bien fueron los que generaron más ocasiones de gol. Colombia finalmente no logró prender el turbo y cayó en un juego de faltas innecesarias del cual abusaron sin piedad los jugadores ingleses: todos fueron Neymar en algún momento del partido. De haber seguido Colombia, habría terminado jugando con el equipo B el resto de partidos por acumulación de amarillas del A. (Sigue leyendo »»)

Misterios insondables (adenda)

Me escribe R para decirme que Yamulemao no es ninguna genialidad del Joe sino un plagio descarado del tema Diamoule Mawo del gran Laba Sosseh. «De hecho, Yamulemao es como el Aserejé colombiano, Joe tararea lo que le suena sin entenderlo».

Aquí pues el tema Diamoule Mawo, ni más ni menos que con Alfredito Valdés Jr. al piano:

R también me aclara que James salió por molestias musculares, aunque se le vio caminando bien hacia los vestuarios, eso sí, un pelín molesto. Una pena la eliminación de Senegal, la selección que durante varios pasajes mostró mejor fútbol que el resto de equipos en su grupo.

Entonces, para despedir a Senegal de nuevo, una charanga deliciosa dedicada a la nación africana:

Misterios insondables

Hoy, en la serie Misterios insondables, de esos del tipo ¿qué había antes del Big-bang? ¿existe Dios? ¿y la reencarnación? traemos el caso del primer lugar en su grupo de Colombia, al que llega luego de otra serie de eventos inexplicables.

Hasta el gol de Yerry Mina, actual goleador del equipo colombiano, tal parecía que el partido que había que ver para saber si Colombia iba a clasificar era el de Japón contra Polonia, máxime cuando anotaron los polacos para no irse con el tablero en cero puntos.

El primer tiempo senegalés fue casi perfecto: nos recordaron que el ritmo viene de África, sus delanteros bailaron varias veces a los defensas colombianos y mostraron una gran disciplina táctica. Solo les faltó el gol, en gran parte por David Ospina, que fue el jugador más exigido del equipo colombiano. Ya en el segundo tiempo llegué a pensar que estaban durmiendo a la mamba para terminar con un 0-0 favorable el partido. (Sigue leyendo »»)