D10S llama a Pep

Los lectores utópicos sabrán diferenciar muy bien entre un profesor y un maestro, entre un entrenador y un mentor. He tenido la fortuna de recibir clases de varios profesores con los cuales me hablo todavía. Personas que van más allá del aula de clase, auténticos mentores a quienes lo que les importa es el estudio de su materia, no a qué hora termina la clase para irse a casa. Me da cierta pena escuchar que en el fútbol profesional prácticamente no hay lazos entre entrenadores y jugadores, con excepciones limitadas.

Podría pensarse que después de conseguir un sextete, D10S se sentaría con Pep en un asado a recordar momentos sublimes de lo alcanzado. Pero no, resulta que prácticamente no se hablan, quizás por la timidez de D10S. Hasta el año pasado, las pocas veces que Messi hablaba en público era para decir: «Hablo en la cancha». Y la genialidad de Guardiola fue comprender el lenguaje de D10S, descifrar los diez mandamientos de su juego y crear el espacio favorable para que pudiera expresarse en sus cotas más altas. Los entrenadores siguientes lo han intentado, pero ninguno se acerca a los éxitos globales alcanzados con Guardiola.

Creo que libra por libra, como se dice en el boxeo, la selección argentina es la mejor del mundial. Sampaoli no se equivoca cuando asume la responsabilidad de que no logró que jugaran como el equipo excelente que debería ser. Ahora que se rumora que ha habido motín a bordo y los jugadores lanzaron en medio del mar a su entrenador, sería el momento en que Messi podría llamar a Pep y preguntarle cómo abordaría el partido contra Nigeria. Lo que con un mentor sería una charla muy agradable, a Messi se le atragantarían las palabras. ¿Por dónde empezar esa llamada? ¿Y qué respondería Guardiola?

Argentina clasificó con el último suspiro y el mismo Messi no olvida la angustia de empezar ese partido perdiendo 1-0 a los 10 primeros minutos contra Ecuador en Quito. Mañana tendrán un partido en una situación similar: golean o pueden ser eliminados en la primera ronda, uno de los cinco equipos llamados a ganar el mundial. ¿Llamará D10S a Pep? Ojalá, y que este le responda.

Para bailar una polonesa

Cuando le presenté a K, amiga polaca, a B, venezolana y profesora de salsa, K le dijo entusiasmada a B: «¡Qué bien que seas profe de salsa, ayúdame a mejorar mis solos!». Me llamó mucho la atención que ella pensara en sus solos; en mis décadas de salsero jamás había tenido esa inquietud –y se nota: mis solos son bastante simples, se limitan al caballito y la canoa.

La pregunta antes del partido mundialista Colombia vs Polonia era entonces: ¿qué solos traerá preparados Lewandowski? ¿Y el Tigre Falcao?

Lewandowski no tuvo mayor oportunidad de mostrar sus habilidades en el baile, apenas un par de tiros que eso sí, dejaban en evidencia (por si hiciera falta) su increíble talento y habilidad. Uno de ellos, un remate matador, nos dejó a Ospina y a toda la hinchada colombiana literalmente sin aire. (Sigue leyendo »»)

Fiebre amarilla vs disciplina nipona

Para un admirador declarado de la cultura tradicional japonesa no deja de ser conmovedor ver la alineación de la selección nipona frente a Colombia. Sentir el peso de una tradición milenaria, ver cómo Eiji Kawashima, el portero, bien podría haber sido un samurái en el pasado, y también pensar a lo que nuestros tiempos frívolos han reducido la herencia de los samurái. Me sorprendí al caer en cuenta de que a pesar de toda la música japonesa que escucho con frecuencia, no había oído el himno nipón. Pensé que sería un bello solo de shakuhachi, o quizás una melodía propia del gagaku, pero sonó un tema breve con clara influencia occidental.

De entrada me gustó también el planteamiento de los japoneses. No juegan como favoritos, las casas de apuestas los sitúan como últimos del grupo, aceptan su papel y asumen que llegan a jugar con dignidad, a no ser goleados y, si se presenta la ocasión, desenfundar la katana un par de veces y ver si se produce alguna sorpresa. Y así fue. (Sigue leyendo »»)

The Man (22). Yerry Mina, herencia afrocolombiana

Para decirlo en la clave del Joe, poco sabían esos negreros españoles, belgas, ingleses, holandeses, alemanes y franceses lo que traían sus esclavos africanos al nuevo continente. Mientras dilataban lo más que podían el debate sobre si tenían alma o no para tratarlos como cristianos o animales, la cultura africana se iba diseminando por toda América. En las discusiones racistas extemporáneas mucho se escucha decir que los españoles nos legaron la lengua, a lo que Carlos Fuentes respondía que la hemos devuelto enriquecida, con tantos o más premios Nobel de literatura. Pero a la par hay que situar las raíces africanas que fueron parte del gran mestizaje y son un componente esencial de la identidad latinoamericana. Sin los inmigrantes africanos no tendríamos, por ejemplo, la riqueza musical que distingue a América (Jazz, tango, cumbia, son, danzón y mil ritmos más) ni esa sal particular que le da el guaguancó a las culturas donde es más fuerte la presencia afro.

En Colombia, por ejemplo, la mayor o menor presencia de afrocolombianos determina la identidad de cada región. De ahí las diferencias entre los habitantes de las costas Atlántica y Pacífica con los del interior, de los Llanos Orientales y la Amazonía. O el frío que impregna la identidad de los rolos y que se ha ido calentando con la llegada de personas de todas las regiones del país. La diferencia entre la cumbia y el mapalé con el bambuco y el pasillo, para ponerlo en términos musicales. O sociológicos: si una compositora como Mercedes Pedroso (cubana) canta en la voz de Celia Cruz tus labios son ricos / melao de caña / rica es su dulzura, en Bogotá dicen que hay que cuidarse de la melosería, esa tendencia a vencer las fronteras del espacio personal. Difícil entonces que salgan esos versos apasionados de la región andina. (Sigue leyendo »»)

El Barça como cifra, Messi como clave

Alguna vez, ya harto del tema de la independencia antioqueña, le pregunté a mi abuela materna, paisa hasta la médula, que por qué Antioquia no se separaba de una buena vez y dejaba de molestarnos con ese tema, que si se sentían tan superiores que arrancaran solos su camino y dejaran de aburrir con el tema. Dos veces me habló ella con solemnidad extrema, esta fue una de esas: «Mijito, uno nunca habla mal de sus raíces». He tratado de seguir esa máxima, pero aún me sigue ganando el espíritu crítico. Me gusta mucho ver que siguen siendo parte de Colombia, que le han bajado el tono al nacionalismo, y que en general se reconocen parte de un todo más grande.

También me gusta mucho ver y saber cómo habitantes de todas las regiones del país van haciendo de Bogotá la capital de todos y todas, relegando a los rolos a la minoría que somos en realidad. No hay nada mejor que le haya sucedido a Bogotá: llena de rolos es una ciudad insufrible.

Da grima ver que España no ha sido capaz de consolidar esa imagen de nación para todas sus autonomías. El separatismo catalán, inspirado sobre todo por la creencia de que España nos roba y solos nos iría mejor, refleja ese problema de quienes no han podido integrarse en algo más amplio, que no saben valorar la riqueza cultural española y sentirse parte de ella. (Sigue leyendo »»)