XXI

Otro encuentro con la mano invisible. Me dejó completamente agotado: esta vez clavó una garra en cada uno de mis chakras y me jaló varias veces con gran fuerza hacia la Laguna. No tendré casi energía para luchar contra ella si me ataca otra vez, me siento muy débil, exhausto. Será imposible además descender hoy por provisiones: a lo lejos empiezo a escuchar los rezos de los campesinos, seguro vienen a exorcizarme. Al otro lado de la laguna veo a Alejandro, en perfecta salud, charlando con treinta montañistas más por lo menos. Van a tener que rezar bastante para disolver esa reunión. Alza una copa de ron y me invita a venir donde ellos. Un viento muy fuerte empieza a envolverme. Creo que el encuentro es inevitable. Trataré de atravesar la Negra, pero antes, voy a esconder los diarios y a confiar en que algún otro montañista los encontrará y podrá contar la verdadera historia del fantasma (¿o los fantasmas?) de la Laguna Negra.