¡Flóper desquiciado!

No todos los caminos llevan a Utópica. Durante varias entradas hemos acompañado a Florentino Pérez en la realización de su proyecto utópico, crear un Real Madrid que enamore. Como seguramente recordarán los lectores fieles de esta bitácora, hemos documentado varios casos de personas que han enloquecido en el camino hacia su propia Utopía. Hoy, como cronista utópico, me temo que he de registrar un caso nuevo. Carlo Ancelotti lo puso de relieve la semana pasada:

Zidane se va a convertir en el quinto entrenador del Real Madrid desde 2009 Recordemos que desde su vuelta a la presidencia, Florentino ha contado con Manuel Pellegrini, José Mourinho, Carlo Ancelotti y Rafa Benítez con anterioridad a la llegada de Zizou. Por ello, Ancelotti levanta la voz y lanza una pregunta: “Todo este abanico de entrenadores lleva a una pregunta de la que es necesario obtener respuesta: ¿De verdad es siempre responsabilidad del entrenador, es siempre éste quien está equivocado?”.

Asistí varios años a sesiones de Raynetics, un método de salud física desarrollado por Raimondo Fornoni. Con él tuve la fortuna de ver en acción a un auténtico maestro. Una mañana de domingo, después de haber dormido poco por exceso de trabajo toda la semana, me levanté con dolor de espalda. Pensé que mejor me quedaba descansando en cama pero también que una sesión de Raynetics podría aliviar el dolor. Raimondo notó mi molestia y sin decirme nada orientó la sesión de Raynetics hacia la espalda. Éramos al menos 20 personas. En ningún momento me hizo sentir privilegiado pero supe que ese día me estaba ayudando. Una hora después salí caminando sin dolor alguno. Fue la mejor lección de la esencia de la enseñanza que he recibido.

Pocas semanas después, Raimondo se fue de vacaciones a su Tirol natal y delegó a Mark sus clases en el gimnasio. Mark era un policía con excelente estado físico. Raimondo probablemente lo escogió por su disciplina y su esmero en seguir sus clases con la mayor dedicación posible. Cuando Mark empezó todos nos concentramos en seguirlo de tal manera que fuera fácil su trabajo de sustituto de Raimondo. Lo que más me sorprendió fue que Mark nunca miró a su alrededor. Estaba enfocado en hacer la rutina perfecta, ser el modelo que nosotros debíamos de reproducir, pero nada más. No tenía el ojo de Raimondo para ver que uno de sus alumnos tenía problemas de espalda y que la clase hoy podría hacer más énfasis en estirarla, por ejemplo.

Me recordó a varios profesores de Los Andes que llegaban con los resúmenes de sus clases guardados en carpetas plásticas para repetirlos año tras año sin que se deterioraran. Uno de ellos en particular se sentía muy orgulloso por su organización. Como Mark, no veía tampoco a sus estudiantes. Se sentía satisfecho con ser el mejor repetidor del conocimiento.

Algún día, cuando yo tenía 26 años, una amiga me preguntó que si no me interesaría dar clases de Ciencia Política en la recién creada facultad de la Javeriana. Yo ya sufría mi particular síndrome de don Quijote, influenciado por El juego de los abalorios, y me sentía incapaz de enseñar algo sin sentir algún grado de sabiduría: ser maestro es más que conocer la materia a la perfección, más que repetir esos apuntes amarillentos guardados con celo en carpetas plásticas. Decliné y creo que hice lo correcto, aunque me habría encantado poner en acción algunos experimentos de enseñanza utópicos.

Flóper ha escogido a uno de los mejores estudiantes de la clase para ser el director técnico del Real Madrid, a uno de los asistentes de Ancelotti. ¿Quién que guste del buen fútbol no siente admiración por Zinedine Zidane? Hasta mediados de noviembre Zidane decía que no estaba listo para dar el salto al banquillo del Madrid, que aún tenía que aprender bastante. Quizás lo disuadió el hecho de que Guardiola y Luis Enrique han asumido la dirección técnica del Barcelona con inmejorables resultados y son prácticamente de su misma edad. ¿Por qué él no podría ser igual o mejor que ellos?

En un acto de pánico Flóper le da las riendas del equipo con la esperanza de que lo haga jugar como jugaba él, que repita a escala colectiva el juego que lo hizo estrella galáctica. Pero Flóper olvida que tanto Guardiola como Luis Enrique son herederos de un proyecto deportivo mucho más antiguo que ellos. Guardiola introdujo cambios sustanciales, pero la idea seguía siendo la misma iniciada por Rinus Michels y cultivada en el Barcelona por Cruijff. Ambos técnicos están apoyados en hombros de gigantes. Zidane arranca prácticamente solo su proyecto madridista, sin una tradición en la cual apoyarse más allá de su lema de combate: “Ilusión y trabajo”. Y sin Messi entre sus filas. Zidane será como Mark, tratará de replicarse como modelo para sus jugadores, pero le hará falta el ojo que entienda quiénes son, qué les pasa y qué pueden hacer entre ellos, la alquimia esencial para hacer un equipo.

No queda duda de que para los cronistas utópicos es fascinante seguir las trayectorias de los tres mejores equipos del fútbol español. Agregaría al Quijote entrañable de Paco Jemez, ese heredero digno de Rocky Balboa que se levanta después de un 10-2 y sigue fiel a su plan de utopía. Al final se trata de entender por qué algunos logran materializarla y otros no, arriesgando incluso su salud mental. Los dados ya han sido echados para Zidane, veremos qué destino le deparan. Sin embargo, mi intuición me dice que pronto Flóper será reconocida como la traducción de blooper en español.