Cuando la realidad es inalcanzable para el deseo, los seres humanos sufren, padecen, enferman. El problema del hombre materialista, del hombre ególatra, del hombre vulgar, de hombre moderno radica en su incapacidad para hacer realidad su deseo. Una vida basada en anhelos que nunca se materializan, produce en la psique humana desasosiego, impotencia, malestar, desgracia. Te confieso que mis deseos carecen de dimensiones, no son visibles, no se tocan, no ocupan un lugar en el espacio. Mis deseos consisten en ser mejor persona de lo que soy, saber amar, incluso sin ser amado, ayudar al semejante que necesite de mi auxilio económico, cultural, moral. Me conformo con lo que tengo, apenas poco más que mi vida, porque viniendo de la nada he llegado a ser nadie. Postdata: Solo he deseado, a lo largo de mi ridícula vida, a la mujer de algún prójimo.
Texto de Viriato via Samantha Sibarit