Víctimas de la belleza

Hay un paralelo interesante entre la Colombia de Maturana y la España del Bosque. Ambos crearon excelentes equipos que además son de grata recordación para los aficionados al fútbol. El tiki-taka español es una continuación del jogo bonito brasilero y del toque-toque de los colombianos.

García Márquez llegó a estar tan convencido de que Colombia ganaría el mundial 94 que apostó con un amigo un Ferrari a que Colombia sería campeón, “eso sí, solo si juega Valderrama”. Antes del mundial el Pibe estaba con la rodilla lesionada y día a día los medios seguían su evolución. Colombia vivió su propia Brasil 2014 en ese mundial: llegó como favorita después del magistral 5-0 a Argentina y fue eliminada en la fase de grupos. Fue víctima de su propio éxito, como España.

¿Esto qué significa? Los equipos alcanzan tal grado de excelencia que terminan por considerar inferiores a sus rivales. Dejan incluso de preparar los partidos, el famoso “partido a partido” del Cholo Simeone. En una anécdota posmundial, Luis Carlos Perea contaba que le preguntó al cuerpo técnico que si iban a ver algún video sobre Rumania. La respuesta de Maturana fue: “hombre, tengo unas imágenes, pero están grabadas desde muy lejos. Tranquilo, Luis Carlos, que todo está bajo control”. La clave la reveló el Tino Asprilla:

Nunca estudiamos el rival, no sabíamos cómo jugaba Rumania, no sabíamos cómo jugaba Estados Unidos, fuimos los últimos en llegar al mundial. Nos hospedamos en un hotel donde estaban todos los familiares, todos los periodistas. De la habitación al comedor era una fiesta. No descansamos casi, mientras los otros estaban calladitos, estudiando, sabiendo cómo jugábamos.

Así fue: los equipos contrarios lograron deconstruir el juego fabuloso de esa selección Colombia. Ayer le preguntaron a Del Bosque por el partido ante Australia y su respuesta fue “nos habían hablado sobre la calidad de este equipo”, reconociendo que él tampoco los había estudiado directamente.

La excelencia combinada con el éxito da ese aire de imbatibilidad. Xavi Hernández afirmó con convicción: “Moriremos practicando nuestro juego”. Y así murieron. A pesar de las emociones que eran de esperarse del encuentro México-Croacia, preferí ver cómo encaraba España el partido con Australia: dentro de la deportividad es un arte saber perder, la resiliencia también tiene su belleza. Se le notaba el nerviosismo de que una derrota causaría un trauma del cual tardarían muchos años en recuperarse. Pero también la falta de conocimiento sobre el rival: no tenían ni idea de cómo jugarle. Una vez desarmado el estilo por los contrincantes, España parecía estar de nuevo en pañales tratando de recordar cómo era que jugaba en la vida anterior.

Al impacto psicológico de las dos derrotas previas se sumó el agotamiento físico de los jugadores. Los del Atlético, Real Madrid y Barcelona estaban fundidos. Sería conveniente que evaluaran el calendario del torneo. Es increíble que un jugador de 34 años como Xavi Hernández, la misma edad en la que todavía hay muchos jóvenes disfrutando de la adolescencia, ya esté quemado para el fútbol profesional. Ese mismo calendario está a punto de quebrar a un futbolista de acero como Cristiano Ronaldo.

Del Bosque y Maturana cayeron finalmente embelesados por la belleza y perfección del juego de sus equipos, olvidando que es un deporte de competición y por lo tanto nunca hay que menospreciar al rival. De hecho hay técnicos como Mourinho que se ganan la vida no construyendo estilos memorables sino analizando a los rivales solo para destruirlos: la estrategia del fútbol sin balón como él la llama. Cuando el amigo le pidió a García Márquez que cumpliera el pago de su apuesta, éste le respondió que no estaba obligado a hacerlo, pues “Valderrama no jugó”. Xavi Hernández tampoco y hasta ahí llegaron esos equipos. ¿Renacerán de Andrés Iniesta y James Rodríguez?