Amanecí radicalizado

La noticia del Nobel para Santos me deja indiferente. Me parece que el premio se lo merecía más Pastrana en su momento, pues fue mucho más osado que Santos, si bien es cierto que no concretó algo con el alcance del Acuerdo de La Habana.

Digo que amanecí radicalizado porque me parece que el trino de Timochenko muestra que las Farc están dispuestas a apostarlo todo por la vía civil. Lo cual pondría al Gobierno y a la sociedad colombiana pos-plebiscito, paradójicamente, en un mejor lugar para negociar para todas las partes. El escenario alternativo se resume en 5 pasos:

  1. Las Farc reconocen que se agotó la vía armada para llevar a cabo una revolución en Colombia, que la verdadera revolución debe suceder en la vida civil y no armada;
  2. Las Farc, en un acto de humildad sin precedentes en su historia, le piden perdón a la sociedad por haber continuado con el camino armado por tanto tiempo y causando tanto daño;
  3. Las Farc le piden a la sociedad que por favor les abra un espacio para seguir luchando por sus ideales (cualesquiera que estos sean) en la arena movediza democrática colombiana.
  4. El Estado les ayuda a hacer la transición a la vida civil sin más apoyo que la seguridad, los subsidios necesarios para capacitar a los guerrilleros y consolidarse como fuerza política, y las curules en el Congreso para que entren a participar de manera activa en la vida política nacional. Todos los demás cambios deben ganárselos con votos.
  5. Las Farc y el Estado reconocen que deben de reparar a las víctimas por los crímenes de lesa humanidad.

Con un acuerdo basado en el reconocimiento de que la vía armada está agotada y que las Farc lo que necesita es ayuda para reintegrarse a la sociedad, los puntos del Acuerdo se reducen bastante, tanto como para disolver en gran parte la polarización nacional. Una solución utópica y posible.

El mejor acuerdo posible (7). Un nuevo enfoque

Para sorpresa mundial ganó el No el plebiscito. Los votantes del Sí se preguntan con qué clase de gente están conviviendo en el país. Como se anotaba en la entrega anterior, la falta de discusión del Acuerdo con la sociedad llevaría a que el No tendría un millón de interpretaciones. Como votante del No y consumado antifuribista comparto mis razones para haber votado No:

1. La votación bajo la amenaza de guerra:

El gobierno de Santos escogió la carta del fin de la guerra con las Farc como el punto fuerte del Acuerdo, so pena de continuar de manera indefinida el conflicto interno. Pero en el fondo esta presentación equivalía a una extorsión velada: firman sí o seguimos la guerra, como hacen las mafias para justificar el cobro de seguridad. El hecho de que las partes puedan decretar el cese del fuego y dialogar demuestra que existen otros caminos para continuar con el enfrentamiento que no sea la vía armada. Ahora bien, tratándose de las Farc, que se levantaron del Caguán con la convicción de que se tomarían el poder por las armas, es comprensible que el país pudiera creer que esta era la disyuntiva. Retomar el camino de las armas para la guerrilla equilvadría en este momento a asumir su condición de fuerza extorsionista más que guerrillera pues su método es negociar bajo la amenaza de la destrucción de la guerra. Aún así habló la voz del pueblo y les dijo No. (Sigue leyendo »»)

¿Por qué escribir? (3)

Una de tantas respuestas de Rilke, tomada del prefacio de sus Relatos de Praga, escrita en Schmargendorf, febrero de 1899:

Este libro es todo pasado. La tierra natal y la infancia –ambas ya muy lejanas– son su trasfondo. Hoy no lo habría escrito así, y por tanto probablemente nunca lo habría escrito. Pero en aquel tiempo en que lo escribí me fue necesario. Hizo que me fuera querido lo que tenía ya medio olvidado y me lo regaló; porque del pasado solo poseemos aquello que amamos. Y queremos poseer todo lo que hemos vivido.

Contestador automático (2).

Esas cosas de la sincronicidad. Me escribe Isa (mi madre) a contarme que ella sí se ha dado cuenta de cuando le hago la broma del contestador, solo que acepta el juego porque entiende que estoy ocupado: «Boba no soy». Me cuenta también que llamó al número de teléfono que teníamos antes y me dice que ya no existe más.

Le cuento que cuando me cambié de casa en Bogotá llamé por error al teléfono del apartamento anterior para escuchar el contestador y me llevé un susto tremendo cuando me contestó un hombre con la misma voz mía diciendo que era Daniel Ramos. Le colgué y no volví a marcar ese número jamás, qué susto me dio: «¿No te dio miedo que te sucediera lo mismo?». Respondió perpleja: «No se me ocurrió». «Del susto que te salvaste», le dije. Le pregunté qué era de la vida de la familia cutting edge y me dijo que justo hacía poco había visto por televisión al hijo haciendo cola para comprar el nuevo Iphone 7 en Washington. «¿Sí era él? A mí también me pareció verlo y creo que fue por eso que recordé la historia del contestador», le comenté. A veces parece innegable que efectivamente todo está dicho en la infancia.

Contestador automático

Hace muchos años, por allá en una galaxia lejana, cuando la automatización apenas despuntaba en el siglo XX, una familia de amigos de la casa (una madre divorciada y su hijo menor), muy aficionados a vivir en el cutting edge de la tecnología, trajeron de un viaje por los EUA un contestador automático, de los primeros que llegaban al país (ya les conté, estoy hablando de una galaxia lejana).

Cuando llamamos a preguntarles cómo les había ido de viaje, nos encontramos con la novedad del contestador. Primero llamó mi mamá, que nos compartió la noticia, luego mi hermana y yo para escuchar el aparato. Le dije a mi hermana que podríamos simular un contestador automático para divertirnos un rato. Creamos el mensaje y nos sentamos a esperar la primera llamada.

Ring, ring. Oh sorpresa, era la madre cutting edge que acabábamos de llamar. Con la mayor seriedad posible recité el mensaje: “Este es el 2 48 78 60. En el momento no nos encontramos disponibles. Por favor deje su mensaje después del tono. Biiiiiiip”. Ante la cara de incredulidad de mi mamá y hermana, la amiga dejaba su mensaje: “Hola, éramos nosotros devolviéndoles la llamada. Pensábamos que éramos de los primeros con contestador en Colombia, pero parece que ustedes se nos adelantaron. Felicitaciones, llámennos apenas puedan”. Colgó y no parábamos de reírnos. Mi mamá en ese momento era una niña juguetona más con nosotros. (Sigue leyendo »»)