Semana de conspiración (3). Las banderas falsas

Hoy he de advertir a los lectores utópicos más sensibles que se abstengan de leer esta entrada: tratará sobre una de las más perversas teorías de la conspiración que existe, la de las banderas falsas.

En términos militares, una operación de bandera falsa consiste en llevar a cabo un ataque utilizando la bandera del enemigo o de otro país, entidad u organización que no son las propias. Hoy en día se conocen como “operaciones encubiertas llevadas a cabo por gobiernos, corporaciones y otras organizaciones, diseñadas para aparecer como si fueran llevadas a cabo por otras entidades”. El portal Collective Evolution publicó hace tres días la noticia de que el Profesor Emérito de la Universidad de Ottawa, Michel Chossudovsky, analizaba los hechos del pasado viernes 13 en París como el Septiembre 11 a la francesa. ¿Qué significa a la francesa en este caso? (Sigue leyendo »»)

10.000 blips después…

(Nota: Blip Tunes ya está disponible para los lectores utópicos)

Ayer alcancé los diez mil blips en Blip.fm, a casi cinco años de ser miembro activo de la comunidad de DJs. Cuando Blip empezó no me entusiasmó mucho. Pensé que era un nuevo hype, todos corriendo a abrir una cuenta para no quedarse rezagados con lo último en tecnología y, sobre todo, me temía que era un servicio para hacer publicidad a las estrellas de las multinacionales del ruido. Fue gracias a LS que cambió mi percepción. Me enviaba blips que sabía que me iban a gustar, me introdujo a estaciones que me llamaron mucho la atención hasta que me decidí a abrir la mía.

Me gusta participar en comunidades creativas; lo hago activamente en talleres de escultura, cine, literatura, contribuí a lanzar equinoXio, y ayer cuando publiqué mi blip diez mil me di cuenta de cuán especial es Blip.fm. Sentí un agradecimiento profundo por todos los horizontes musicales y afectivos que me ha abierto. Mi colección de música se ha expandido exponencialmente gracias al intercambio con otros DJs. Veo tantos nombres nuevos que he ido aprendiendo a conocer y disfrutar, artistas de cuya existencia nunca habría sabido de no ser por esta red social. Ayer, mientras pensaba en todo esto, tomé conciencia del valor de pertenecer a una red creativa y vital, de cómo enriquece nuestra vida y nos da energía para seguir nuestro propio camino a la vez.

He aprendido mucho de las personas también. He visto los típicos borregos que van de una red a otra adaptándose a la ola marcada por los demás, y a sus opuestos, personas que disfrutan la vida un blip al día, que curan su estación con dedicación, como quien va cincelando un selfie musical; he visto egos lastimados por la falta de props o reblips, adictos a los props, los típicos ratoncitos plagiadores que se roban los blips para hacerlos pasar como propios, DJs tóxicos que envían mensajes privados para censurar a otros DJs, toda una galería del comportamiento humano. (Sigue leyendo »»)

Algoritmos (2). La nube de smog

De niña J. tenía el don o el privilegio de entregarse con concentración absoluta a todo lo que hacía. “Mis padres dicen que disfrutaba de una facilidad enorme para perderme en cualquier actividad, fuera ballet, dibujo, pintura, piano, equitación, lo que fuera —me contaba una noche cuando le pregunté sobre esa capacidad que me sorprendió tanto cuando la conocí ya de adulta—. Con los años lo único que ha cambiado es que ahora soy yo la que escoge a cuál actividad me quiero dedicar, pero la entrega y dedicación siguen siendo las mismas”. Cuando le propusieron entrar al equipo creativo de Volkswagen en Colonia no lo dudó un instante, a pesar de que tenía que dejar a su amada Florencia: “Nos ofrecen un cheque en blanco para crear las tendencias del siglo XXI”. Algo así como pagarle por experimentar en uno de los mejores laboratorios del mundo.

Cuando viajé a visitarla a Colonia almorzamos un sábado con algunos de sus colegas. Era la primera vez que conocía a los diseñadores industriales encargados de hacer los prototipos de autos. Entre sus manos estaba el rediseño del escarabajo y del Polo, dos de los autos más emblemáticos de la empresa. Uno de ellos no podía parar de dibujar mientras conversaba, creo que alcanzó a hacer 5 perfiles de delantera mientras charlábamos. A todos les pregunté que cuál era el diseño de auto que más les gustaba y todos respondieron al unísono: “Porsche”. De alguna manera este era el auto culpable o responsable de que ellos hubieran escogido su carrera.

J. estaba empezando una nueva fiebre: el ambientalismo y uno de sus derivados, el reciclaje. El problema ambiental se lo tomaba como debería ser para todos, como si tuviera una nube de smog estacionada y creciendo en la sala de su casa. Algo hay que hacer. Decía con orgullo que uno de los objetivos de Volkswagen era fabricar autos lo menos contaminantes posible. Andaba feliz en su Jetta TDI, con emisiones “casi cero”. Tanto que me propuso que fuéramos al Salón Internacional del Automóvil de Barcelona en este. “Luego podemos ir a pasear por Extremadura a disfrutar de la primavera, tengo una semana de vacaciones”. (Sigue leyendo »»)

Los gatos y sus artistas

Artists and their cats

Artists and their cats

Anoche de visita por la feria del libro de Amberes me encontré con varios libros que harán las delicias de los lectores utópicos amantes de los gatos (lectoras en especial). Uno de ellos me sorprendió por su portada antropocéntrica: Artists and their Cats, que trae una fotografía de Dalí con Babou, su ocelote colombiano. ¿Ocelote colombiano? Así es. Por esas cosas del realismo mágico me vine a enterar de este dato gracias a F. (griega), quien agregó que parecía que había sido un regalo de un presidente colombiano en los sesenta. Difícil imaginar a uno de los miembros de la Junta Militar regalándole un ocelote a Dalí, de pronto una excentricidad más de León Valencia, pero perfectamente también pudo ser adquirido por un traficante de animales; con Colombia nunca se sabe.

En un texto dedicado a Babou, Daisy Woodward apoya la hipótesis del jefe de Estado:

Dali acquired his ocelot in the 1960s (allegedly from the Colombian Head of State), and for a time it was seen to accompany him, on a leash and stone studded collar, almost everywhere he went.

He de decir que fue F. quien me hizo caer en cuenta del carácter antropocéntrico de la portada. Como buena amante de los gatos, me dijo que en realidad el libro debería de titularse Los gatos y sus artistas, pues ellos son quienes influyen en sus obras. “¿Quién crees que diseñó y acicalaba el bigote de Dalí?”, me preguntó ella.

Babou acicalando el bigote de Dalí

Babou acicalando el bigote de Dalí

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El virus de la ascensión (o Remedios, la Bella, revisitada)

Soy de los que piensa que la ascensión de Remedios, la Bella, en Cien años de soledad es de lo que más daño le ha hecho a la noción del realismo mágico. ¿Por qué? Porque lo entronca con la definición que de realismo mágico hicieran Uslar Pietri y Miguel Ángel Asturias (mostrar lo irreal como algo cotidiano y común) y no con la magia de la realidad del Caribe. García Márquez defendía la ascensión de Remedios acudiendo al primer párrado de La metamorfosis: si Gregorio Samsa amanece hecho un insecto y Kafka lo cuenta con la mayor de las naturalidades, ¿por qué Remedios no puede subir al cielo de la misma manera? Mientras el escritor sea capaz de hacerlo creíble, sucede.

Ese primer párrafo de La metamorfosis ha sido un shock para cualquier futuro narrador. Sin embargo, la realidad que se encontró García Márquez le permitió escribir muchos párrafos igual de desconcertantes ante los ojos de quienes viven otra realidad. Se da una paradoja maravillosa: para muchos caribeños, García Márquez (como él mismo lo contaba con humor) se limitó a transcribir las historias de sus abuelos; para los demás lectores que no conocen esta realidad, muy poco de esto pudo existir. Cuando veo los noticieros en Holanda, cuando leo la prensa neerlandesa o inglesa, me doy cuenta de lo bien que Colombia se ha ganado el nombre de Locombia. No hay día en que no suceda algo propio del realismo mágico. Y esto ya de por sí es algo tremendamente mágico. (Sigue leyendo »»)