Llegué al campamento: Alejandro desapareció. Sus cosas están esparcidas alrededor de la carpa, como si hubiera sido asaltado. ¿Quizás lo secuestraron? ¿O se lo habrán llevado algunos campesinos caritativos al Centro de Salud? No se pudo ir solo dejando todo su equipo. Mierda, ¿qué pasó? ¿Por dónde empiezo a buscarlo? Ni una nota, nada. Recojo sus cosas y trato de tranquilizarme. No sé qué hacer ahora. Lo mejor será ir hacia Montegat y organizar una brigada de búsqueda con la Policía. Saldré a las 3am.
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XIV. Tarde
Tarde
Salí hacia las 5:30. Estoy escondido desde las 8 de la mañana: me encontré con unos campesinos locos que incendiaron sus espantapájaros y otros me dispararon. Me están tomando por un ladrón y no me permiten acercarme a más de 200 metros. Las balas casi me alcanzan y tuve que salir corriendo. Encontré un pequeño refugio donde guardan frailejones de manera ilegal. Al cabo de 2 horas llegó un campesino con su hijo, salí a saludarlos y empezaron a correr: «El fantasma de la Laguna Negra». Quise alcanzarlos, pero me di cuenta que apenas lograba asustarlos más. 30 minutos después vi un grupo de campesinos que se acercaba al refugio con antorchas. Corrí hacia la montaña y desde mi escondite vi como incendiaban el refugio.
Ahora están organizados en pequeños grupos y tendré que esperar hasta que anochezca para ir al campamento. Me preocupa dejar a Alejandro solo en ese estado. No importa donde esté, la brújula siempre marca la dirección hacia la Laguna.
XIII
Alejandro amaneció otra vez mal y estamos casi sin provisiones. Le pregunté si le parecía bien que fuera a abastecernos con los campesinos de la región, si me podría esperar. Descendí lo más rápido posible. Al acercarme a una casa, todos los campesinos corrieron y se encerraron en ella. Golpeé en la puerta y empecé a escuchar el llanto de un bebé y niños llorando. No sabía si el papá o la mamá les estaban pegando. Golpeé de nuevo, y empecé a escuchar Padre Nuestros y otros rezos, «Dios mío, no dejes que nos pase nada». A pesar de que insistí que no era ningún ladrón, simplemente un visitante amigo, no quisieron abrirme. Tomé unas cuantas papas, unas zanahorias, un tanque de leche y llené con agua mi cantimplora. De regreso al campamento le conté a Alejandro la historia mientras pelaba las papas y las zanahorias. Apenas alcanzó a reírse un poco y me aconsejó que mañana fuera envuelto en la cobija de alpaca, para camuflarme de local. Sigue en general bastante débil aunque con buen ánimo. Mañana iré a buscar asistencia médica en la vereda de Pascua, que queda a 5 horas. Quería salir a las 4am, pero ya la batería del reloj también se ha descargado. Lo haré con la primera luz del amanecer.
XII
Hoy está un poco mejor, me dice que sintió que se hundía en lo más profundo de la Laguna estos dos días, como si en verdad lo estuviera succionando por completo, pero igual se siente sin fuerzas. No me atreví a preguntarle si había sido atacado por una mano invisible también, quién sabe cómo reaccionaría. Le ayudé a dar una pequeña caminata y vimos cómo cambiaban de color las montañas con el atardecer. Tomamos la decisión de regresarnos mañana a primera hora.
XI
Alejandro amaneció muy débil, pálido, casi sin fuerzas. Traté de hacer una llamada de rescate con los celulares que trajimos pero mientras buscaba cobertura, se descargaron las baterías, como si la Laguna Negra también estuviera absorbiendo su energía (¿o un pequeño bocado de la mano invisible?). Estoy tomando su pulso cada hora y he encendido un círculo de antorchas alrededor de la carpa para evitar que gaste energía calentándose. Contra mi voluntad tuve que cortar 4 frailejones de casi dos metros para mantener vivo el fuego alrededor de la carpa. Balbucea cosas incoherentes y así es imposible moverlo de acá. No sé si esperar un día más o salir de inmediato a buscar ayuda con los campesinos de la región. Montegat no es una opción en este momento: estamos a 2 días de camino sin equipo.