XIV. Tarde

Tarde
Salí hacia las 5:30. Estoy escondido desde las 8 de la mañana: me encontré con unos campesinos locos que incendiaron sus espantapájaros y otros me dispararon. Me están tomando por un ladrón y no me permiten acercarme a más de 200 metros. Las balas casi me alcanzan y tuve que salir corriendo. Encontré un pequeño refugio donde guardan frailejones de manera ilegal. Al cabo de 2 horas llegó un campesino con su hijo, salí a saludarlos y empezaron a correr: «El fantasma de la Laguna Negra». Quise alcanzarlos, pero me di cuenta que apenas lograba asustarlos más. 30 minutos después vi un grupo de campesinos que se acercaba al refugio con antorchas. Corrí hacia la montaña y desde mi escondite vi como incendiaban el refugio.
Ahora están organizados en pequeños grupos y tendré que esperar hasta que anochezca para ir al campamento. Me preocupa dejar a Alejandro solo en ese estado. No importa donde esté, la brújula siempre marca la dirección hacia la Laguna.