¿Qué pasa con Woody Allen?

Hace un mes, en una noche de viernes o sábado, pensaba que qué rico sería ir al cine al aire libre a ver una película de Woody Allen. Ayer se hizo realidad ese día: fuimos a ver Irrational Man. Las apuestas ahora están divididas 50-50 sobre si será una buena película de Allen o no. En la escala de 1 a Midnight in Paris (o cualquiera de las excelentes de WA), Irrational Man merece un 1. A Joaquin Phoenix le asigna la difícil tarea de representar a un profesor de filosofía interesantísimo y carismático, un hombre por el que suspiran todas las mujeres de la facultad, que ha devenido en un escéptico depresivo. En las clases no se deja ver ningún rasgo de la genialidad del personaje, WA se encarga de mostrar la filosofía como el arte de la masturbación verbal y no pasa de ahí (tengo que recordar los textos de mi ratoncito plagiador ufanándose de su consagración al onanismo).

La cura que encuentra el personaje de la película no tiene credibilidad alguna: matar a una mala persona para hacer del mundo un lugar infinitesimalmente mejor. Por más que WA quiera mostrar la crisis performativa entre lo que piensa un posdoctor en filosofía con lo que hace, no convence la motivación o sentido que le da a su vida el personaje. Una pérdida de tiempo total. Me quedé frustrado de que me salté el postre en la cena para llegar a tiempo a la película.
Desde que WA empezó a cultivar su leyenda u objetivo de hacer una película por año el resultado es decepcionante. Sus últimas películas son flojas, borradores sin terminar que no alcanzan la excelencia y el placer al que nos ha llevado. Sería ideal que ensayara a hacer una excelente película cada 2 o 3 años. Su actual marca es una fórmula para la frustración.

¿Hay vida después del Barça?

Qué es mejor: ¿ser cola de león o cabeza de ratón? “Cabeza de león” responden los niños más aventajados. En el Barça esa le corresponde a Messi. Luego están todos esos excelentes jugadores que no llegan a la titularidad o que se van acercando a su retiro. Pienso en la decisión que tomó el canario Pedro Rodríguez yéndose al Chelsea. “Lo fácil era quedarme, salir en la foto y ganar títulos”, dijo Pedro. Su papel en el Barça se redujo a ser recambio de Suárez o Neymar, ni más ni menos. Como cola de león pudo alcanzar a firmar el frustrado segundo sextete del Barça, pero prefirió aprovechar la oportunidad que le ofrecía Mourinho: más minutos de juego en el Chelsea, algunos medios dicen que hasta le ofreció la titularidad.
Alexis Sánchez y Cesc Fábregas tomaron el mismo camino en la temporada anterior por las mismas razones. Cuando no se es la cabeza del león, cuando no se es el mejor jugador del mundo que juega todos los partidos, la lucha por los minutos se vuelve feroz. Para los que creemos que en este caso es mejor ser cabeza de ratón, la decisión que han tomado estos jugadores culés es la mejor: han sobresalido en sus actuales equipos, han entrado en la élite de los indispensables y aportan gran calidad y resultados.

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El seductor dopado

1.

Había un embaucador en el barrio que nos vendía las cosas más absurdas. Una vez nos dijo que había conseguido unos fósforos de los Estados Unidos con los cuales se podía ver el diablo. Para darle credibilidad a sus engaños, sobornaba a dos de sus amigos para que corroboraran sus historias: “Sí, lo vimos la otra noche, la cara roja y hasta llamas de fuego en la espalda”. Un amigo que casi siempre se dejaba impresionar por estos cuentos me convenció de que pagáramos los 5 pesos que nos pedía a cambio de una sesión para ver el diablo. El embaucador nos encerró en el cuarto de mi amigo, pidió que cerrara las cortinas pues necesitábamos oscuridad absoluta. Nos hizo prometer que jamás revelaríamos el secreto, solo podíamos confirmar que habíamos visto al diablo.

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