Salpicón mundialista

 

1. Deportividad

Cuenta Rafael Nadal en su biografía que antes de aceptar entrenarlo, su tío Toni le mostró varios videos de John McEnroe con sus famosas rabietas y le dijo: “Acepto entrenarte, pero el día que rompas una raqueta en la cancha, terminamos”. Nadal ha sido desde siempre un poema a la deportividad: siempre respeta al rival, reconoce sus puntos fuertes y débiles, los suyos propios y se ha consagrado a la ética de dar siempre lo mejor de sí. Para quienes apoyamos este estilo de juego (y forma de vida en últimas) fue dolorosa su derrota contra Söderling en Roland Garros, un personaje arrogante y antideportivo.

Del 3-0 de Colombia sobre Grecia me quedo con la victoria pero sobre todo con el gesto de Samaras al levantarse en el área chica colombiana y señalarle al árbitro que no era pena máxima, aún perdiendo 1-0. La deportividad está ligada a la belleza, y para los utópicos buscadores de la belleza ese gesto de Samaras vale un partido.

2. La sorprendente belleza

Paseaba por una librería y una vendedora se me acercó a preguntarme qué buscaba. “Algo que me sorprenda”, le respondí. Ella se sonrió y me pidió que la acompañara. Tomó un ejemplar de Tren nocturno a Lisboa y me dijo: “Lo sorprenderá”. En Brasil 2014 sigo buscando eso, un equipo que sorprenda, porque parte de la deportividad está en elogiar la belleza del juego, sin importar quién sea el autor o a cuál nación pertenezca. Así es válido ser colombiano y emocionarse con el golazo de Gervinho, por ejemplo:


 

3. Barras bravas o lo que es con mi selección es conmigo, papá.

Desde la indignación yihadista por las caricaturas de Mahoma, no recuerdo una reacción tan estruendosa ante una mala caricatura como la de los colombianos con Nicolette van Dam. La caricatura es mala y ofensiva con dos jugadores insignia de la selección Colombia. Lo curioso es que por primera vez nos retratan como consumidores y no como productores. El chiste fácil era decir que el spray era cortesía de Colombia o el arma secreta colombiana contra sus contrincantes: poner a Robben y Van Persie a aspirar cocaína gratis mientras Colombia cobra un tiro libre para cerrar el lugar común.

La yihad colombiana lleva 36 horas –y sin síntomas de parar– enviando toda clase de insultos a la pobre Nicolette. En términos de imagen ese linchamiento de los estorninos colombianos a una joven en estado avanzado de embarazo es peor para el país que una mala caricatura. Aunque en parte le ayuda a comprender al mundo por qué hay tantos muertos y peleas en Colombia después de un partido de fútbol. El escenario más fatal es que algún compatriota en Holanda se sienta con el derecho de echarle ácido en la cara para que aprenda que lo que es con mi selección es también conmigo, papá. Después del asesinato de Andrés Escobar, algo así sería suficiente para prohibir la participación de Colombia en los mundiales de fútbol por 30 años al menos.

La presión de los medios al destacar que Van Dam es embajadora de buena voluntad de Unicef ha hecho que ella renuncie a esa distinción para que no se empañe el nombre de Unicef… Apoyé con diez euros mensuales a Unicef Holanda durante más de tres años, hasta que surgió el escándalo por el salario de su director, que se acercaba al medio millón de euros anual. La publicidad de Unicef se enfoca en decir cuánto bien se puede hacer con la simple donación de un euro y me comí el cuento de que con diez euros estaba contribuyendo a que diez niños africanos no murieran de hambre. Un cuento porque con mis modestos diez euros estaba contribuyendo en realidad a que el director de Unicef no se fuera a quedar sin salario a fin de mes. Ahora apoyo a las ONG que demuestran que sus gastos administrativos no superan más del 10% de su presupuesto total. En ese sentido, me alegro de que Nicolette van Dam no sea más embajadora de una burocracia descaradamente golosa. Pero desafortunadamente ese no es el motivo por el que deja de ser embajadora.
 

4. Optimismo moderado

Esta selección Colombia definitivamente no entra en la categoría “lo sorprenderá”. Le falta solidez y creatividad en el mediocampo y en la delantera se nota mucho la ausencia de Falcao. Lo sorprendente será que llegue a octavos. El mismo Tino Asprilla así lo comentó.
Un amigo ya se burló diciéndome que cómo era posible dármelas de utopista y no contemplar el escenario de Colombia campeona del mundo. Precisamente por creer que eso es una utopía es que a los utópicos se nos ve como quiméricos. Otro amigo holandés me dijo que tampoco veía a Holanda en octavos (yo sí) y nos seguimos tomando una cerveza en la terraza con frescura. Es fútbol, nada más.