La metamorfosis

De las ilusiones más emocionantes entre los amantes se encuentra la sensación permanente de estar enamorados, como por primera vez. Suspiré profundo por Lina, la esposa de Juan, y decidí pasar por el parque de las flores a buscar unas rosas de aroma penetrante, tal como lo exigía el encuentro de esa noche. La selección del color me pareció esta vez menos importante: todo valía con Lina, lo importante era la sorpresa, el detalle. La vendedora de rosas me veía con una cara medio romántica, como que intuía la celebración que propiciarían sus flores y que interrumpía a veces para llamar la atención de alguna de sus hijas que jugaba a las escondidas entre los cubos de agua. “Coquito, ¿no me reconoce?”. Sólo una persona en el mundo me llamaba Coquito: (Sigue leyendo »»)

The Man, 5

 

Wim Hof, el hombre de hielo en New York

Es conocido el experimento cocción y conciencia, en el que una rana que nada libremente en una cazuela con agua no percibe cómo se va incrementando la temperatura del agua gradualmente, apenas se siente mareada, sin energía, hasta que alcanza su punto de cocción y muere. En enero con el invierno sucede el experimento inverso con los ancianos, podríamos llamarlo congelamiento y conciencia: la temperatura desciende gradualmente en las casas y, si no han tomado las medidas adecuadas, mueren de frío. En enero del año pasado en Holanda fallecieron 80 ancianos más que en otros años por este fenómeno, se están tomando medidas para prevenir que con las bajas temperaturas que se están viviendo se vaya a romper ese récord: a esta edad el cuerpo produce menos calor entonces no es fácil detectar el proceso de congelamiento; hay centrales dedicadas a llamar a las personas mayores de 80 años para preguntarles por la temperatura de la casa.

Para el Hombre de Hielo, Wim Hof, poseedor del récord de permanencia durante mayor tiempo en una pileta llena de cubos de hielo (1h 44m), una de las soluciones para evitar este problema es que la gente se exponga más al frío: "Como ya todo el mundo se cubre con sacos y abrigos, la piel no está entrenada para resistir bajas temperaturas". El método para hacerse resistente al frío según Hof es el siguiente: empiece por tomar duchas cortas de agua fría, así se entrenan las venas para cerrarse de tal manera que la temperatura interna se mantenga a buen nivel. (Sigue leyendo »»)

Premio limón


Una modelo en sesión de maquillaje antes de trabajar como recogepelotas.

Anoche vi el partido entre Martina Hingis y Amelie Mauresmo. Excelente. Pero hubo un detalle sorprendente: los recogepelotas no eran niños sino modelos profesionales. Creo que desde el 2004 es la costumbre en los Abiertos de Madrid, y ahora lo hacen en el torneo femenino. Hay que ser aficionado al tennis, jugador o conocedor en algo de su historia para comprender la función que cumplen los recogepelotas en todo el juego: son los jugadores del futuro y aprenden un montón al ver de cerca los partidos, observar con atención el desarrollo de las jugadas, cómo resuelve un profesional ciertas situaciones de juego, cultivar la pasión por el juego, etc. Por supuesto, la ignorancia de este aspecto por parte de las modelos es más que lamentable: no entienden nada de nada. Hay que reconocer eso sí la buena voluntad de los modelos anoche: en su afán por no mostrarse indignos de su nuevo trabajo, corrían detrás de cada pelota como si estuvieran en la final de 100 metros planos, no sin antes mirar a su jefe, quien les señalaba si debían ir detrás de la bola o no, porque en un descuido les da por atrapar el servicio o una volea; aunque es un trabajo relativamente sencillo, hay que conocer el juego para saber en qué momento hay que recoger o atrapar la pelota.

En un hostal en Boyacá nos atendió un mesero que tenía un pie torcido y era admirable su capacidad para hacer equilibrio con los platos. Admiramos al dueño por darle la oportunidad y contratarlo, pero después de un rato me preguntó: "Honestamente Daniel, si a usted lo atendiera una niña muy bella, con minifalda, ¿usted no le pediría más cerveza? ¿no le darían ganas de pedir otra cerveza para pellizcarle el culito una vez más? En un par de semanas vienen a hacer prácticas al hostal dos promotoras de turismo de Duitama y salgo del mesero, ¿buena idea o no?". Me dicen que en Zara (o como se escriba) y en el Corte Inglés tienen el mismo criterio para seleccionar a sus empleadas. Entré al Corte Inglés a verificarlo y, efectivamente, eran mujeres muy bellas las que atendían. Por un instante me sentí caminando por el Barrio Rojo de Amsterdam, donde las mujeres sonríen y hacen guiños con la mayor amabilidad posible. Bueno, en Amsterdam también dan lengüetazos virtuales, muestran una teta, pellizcan a veces la cola, en fin. El caso es que caminar por el Corte Inglés fue una experiencia similar. Este mismo principio lo traen ahora los picantosos gerentes de los Abiertos de Madrid, que no tienen ni idea de cuánto perturban estos recogepelotas que no entienden nada del juego el desarrollo del mismo.

Por supuesto, los no aficionados dirán que el mundo se debate en medio de problemas más grandes. Y tienen razón. Lo que no saben es que la práctica de los valores de la ética deportiva podrían ayudar a solucionarlos, salvo que esta nueva tendencia se imponga y esto hay que prevenirlo cuanto antes. Premio limón para estos mercachifles de organizadores.

Pintando la pared

5 metros de ancho por 3 de alto. Una de tantas que me esperan el fin de semana.

I. Ejercicio mnemotécnico

Un sábado de marzo de 1995, barrio La Flora, en Bogotá. Con un grupo de vecinos voluntarios vamos a restaurar la Unidad Básica de Atención (UBA) del barrio. Somos 7 los encargados de pintar la fachada: 6 maestros de obra expertos y yo. Todo un día para tratar de aprender a pintar: el ojo implacable del maestro José es mi control de calidad: aprendo a leerlo más rápido que a pintar. Esa mirada es que está quedando parchudo, esa otra que le falta más pintura, esa otra es de compasión con el aprendiz, otra que dice que este hombre nunca va a aprender, hasta que más o menos nos vamos acercando a la de ya casi y al final del día una de así es.

II. Música, maestro

Algo que me ayude a concentrar en la tarea, que me dé un ritmo constante: Drumming, de Steve Reich. La música serial es exigente. Requiere precisión: el oído no perdona, igual que el ojo que detecta un pixel dañado en una pantalla. El más mínimo error puede tener un efecto dominó en la interpretación de toda la pieza. Cuenta un amigo violonchelista que siguió por radio la interpretación de Wispelwey de las 6 de Bach sin partitura: solamente cometió 2 errores en casi 2 horas de interpretación continua. A Reich lo escuché con su grupo interpretando la música para 18 músicos. Viaje perfecto. Empieza a fluir la pintura sobre la pared.

III. Espacio para la improvisación

La obra de juventud de Pärt, Reich, Glass está llena de estridencias, para mí. Es pesadísima, difícil de seguir. Escucho compositores que parecen en una búsqueda y se pegan contra la pared a cada instante. Pärt guardó un silencio creativo de 7 años, complicado por una úlcera o algo parecido; Glass huyó de la Julliard a París, donde Nadia Boulanger (qepd, la misma que le dijo al joven Astor Piazzolla que la música clásica no era lo suyo y lo lanzó a la exploración del Tango nuevo), en donde descubrió la escala de la música India de la mano de Ravi Shankar; Reich se fue de búsqueda por África e Indonesia y la percusión ya nunca lo dejó. La brocha trata de seguir el ritmo y se desprenden gotas de ella en descenso vertiginoso hacia el piso. Tiempo de improvisar. Veo la mano del pianista holandés que quiere participar en un Jam Session, la mano no se atreve, quiere, quiere, y no se atreve. Finalmente toca un acorde y es la cabeza la que sigue la improvisación. Pasan varios segundos, el pianista no se atreve. La brocha corre tras las gotas. Pasan varios segundos antes de que se levante.

IV. El látex espeso

¿Cómo va la vaina? ¿Por qué esos parches ahí? "El látex está muy espeso", contesta mi maestra de obra. Recuerdo a B: una vez escuchó en el radio que el 60% de los holandeses que están en un trancón piensan más en sexo que en buscar una alternativa al trancón, todo lo contrario de lo que hace la mayoría de los alemanes en la misma situación. Para no pensar en sexo, B. busca activamente soluciones a los trancones y ha descubierto cualquier cantidad de caminos que si bien no lo llevan más rápido que el trancón de la autopista, sí lo hacen sentir contento porque no estuvo pensando en algo sexual durante ese tiempo. Qué hago, no puedo evitar la respuesta: "Sí, conozco ese problema". M. nos cuenta a H. y a mí que le pidió usar látex a S. "al menos durante la primera semana". Mejor pedirle un examen reciente, me dijo H, qué diferencia hay entre un día y una semana. El progreso existe: "Voy a hacerlo más delgado", le digo a mi maestra de obra.

V. Fantasía

Veo un caracter chino enorme negro a la izquierda de la pared y varias líneas con caligrafía occidental. Mucho margen a los lados. Qué dicen, lo ignoro, o probablemente son la traducción de algún texto de Chuang-Tzu.

VI. Atención Monkey Mind

Zen master: uno con la pared y la pintura. Silencio. Concentración. El borde con el marco de madera. Ni una gota.

VII. Unión

Media pared.

VIII. Z de Zatoichi

La espada samurai destaza a su víctima. Un chorro de sangre inmenso. "Mierda", dice M. "No, soy yo". "¿Que qué?". Llamo al médico: "Huevón, ya le dije que use látex, usted no aprende, ¿no?", "¿Qué le digo?", "Dígale que usted era virgen hasta ese momento y que eso le pasa a los hombres en su primera vez". M. no suena convencida. Es bióloga. ¿O microbióloga? "Sí, mucho mejor", dice la maestra de obra, "había que adelgazarlo". Todo vuelve a fluir suavemente con el látex.

IX. Estonia

a.

Estudio de A. Fotógrafa, me va a arrendar su apartamento al lado de la Estación Central por 6 meses: código postal 1011ab, más central imposible. ¿Motivo del viaje? Recorrido fotográfico por los paisajes de Pärt. "¿Conoces Estonia?" He visto algunas fotos de Tallin. "Cuando escucho la música de Pärt —y hace un gesto de hada madrina sobre la pared blanca— puedo imaginarme a Estonia. Mira esos bosques, qué verde más profundo. Y la luz entre los árboles, las gotas de agua que se suspenden casi congeladas en el invierno (es de A. la idea de la gota que abre Tien Gulden). No conozco Estonia tampoco, pero puedo imaginarla. Con esta revelación, cierra A. la proyección de su imaginación sobre la pared.

b.

Una vez instalado descubro el motivo principal del viaje de A. a Estonia: van a empezar la construcción de la extensión de la línea 25 hacia Ijburg. Todo un curso de cómo se construyen islas artificiales. Lo más inolvidable, el golpe del martillo gigantesco sobre los pilotes… Ahí estaba cuando cayeron las Torres Gemelas.

X. Prueba de fuego

¿Quiubo, en qué anda? Aquí pintando la pared, ¿y ustedes? Vamos a ir al mexicano, véngase que le vamos a presentar a una amiga. Ni modo. Vénganse mejor y me dan una mano. ¿Viernes en la noche? No, qué pena. Dígale a ella que venga a ayudarme y le prometo celebración con velitas a la medianoche. No, que otro día. ¿Ya casi termino? No, siempre falta… bueno, ¿miércoles? (El partido de Federer si no me lo pierdo).

XI. Coro de gaviotas

Durante el verano, empiezan a graznar a las 5 de la mañana. Me recuerdan alguna obra de Stockhausen. Un vecino muy irritado trató de callarlas lanzando un volador. Después de que la mecha estalló se quedaron en completo silencio. Al rato, empezaron a graznar despavoridas. Pésima idea. Las veo volar en la playa de Harstenhoek, desafiando el viento del mar del Norte. O lanzándoles sus bombas químicas a los turistas en Scheveningen. Leía en la playa y una se acercó. No tenía nada para darle de comer, y aún así, algo llamaba su atención para picar: alguno de mis dedos de los pies. A 600 metros estaban todas sus compañeras. Imaginé que se iba a aventurar a picarme alguno de los dedos. Flashback de Los pájaros de Hitchcock. Decidí regresar a casa. A los dos días veo en el noticiero que algunas gaviotas estaban atacando palomas y personas en Leiden. Siento un gran alivio por no haberme quedado a averiguar si picaría mi dedo o no. Llegan algunas al balcón a ver la pared: ¿si pinto unas nubes se lanzarán a volar contra la pared? Veamos.